Emulando la revuelta de Trump, bolsonaristas intentaron un fallido golpe de Estado en Brasil

Miles de seguidores radicales del ultraderechista Jair Bolsonaro invadieron este fin de semana el Congreso, el Palacio do Planalto -sede de la presidencia-, y el Supremo Tribunal Federal, donde todo fue revuelto, con papeles esparcidos por el suelo y obras destrozadas: desde cuadros y esculturas a piezas de cerámica y de mármol. Hubo ostensible destrucción en el Palacio do Planalto y el Congreso, pero principalmente en el Supremo Tribunal Federal.
Brasil jamás había vivido semejante episodio de destrucción y terror -dice la nota respectiva del diario La Jornada– frente a la pasividad de las fuerzas de seguridad de la capital, cuyo gobernador, Ibaneis Rocha, es plenamente identificado con el expresidente Bolsonaro.
En los últimos tres días, gran cantidad de autobuses llegaron a Brasilia, trasladando a centenares de manifestantes que luego se comportaron como terroristas.
Fue un movimiento que reunió entre seis y 10 mil manifestantes, trasladados de varios estados brasileños con todos los gastos cubiertos por empresarios que, cuando sean identificados, serán castigados, de acuerdo con lo anunciado por Lula da Silva.
Elementos de la Policía Militar de la capital fueron descubiertos tomándose fotos, entre sonrisas, mientras a su lado pasaban multitudes de invasores dirigiéndose a la Explanada de los Ministerios.
Terminados los actos terroristas, hubo 400 detenidos. Una cantidad mínima si se compara con el total de los que participaron en los actos de violencia. Queda claro que Bolsonaro está muy activo, aunque se encuentre fugitivo en Orlando, Florida.
Multitud de presidentes de prácticamente todo el mundo expresaron su solidaridad a Lula, incluido desde luego el mexicano López Obrador, que llama “su hermano” al brasileño. Incluso Joe Biden se sumó a la avalancha solidaria, quizá por recordar que el ídolo de Bolsonaro, Donald Trump, incitó una asonada similar en Washington, desconociendo su triunfo electoral.