POR JESÚS LÓPEZ SEGURA

Ya son muchos los “accidentes” del METRO, o como los califica la Jefa de Gobierno “incidentes” que se correlacionan -para desgracia de doña Claudia– con el irracional y torpe recorte del presupuesto de mantenimiento del aparato de transporte público más importante del país. Es imposible que Sheinbaum vuelva a librar este nuevo terrible percance que mancha, otra vez, su desbocado aspiracionismo presidencial. El anterior, cuando, para escándalo internacional, se desplomó un vagón completo, en un tramo elevado, causando la muerte de más de 24 personas y cerca de 80 heridos, apenas pudo ser librado y eso porque afectaba también a Marcelo y al hombre más rico del país, que tuvo que abrir la cartera para calmar los ánimos.

La esencia del “tapado” -que parece muy extraño ningún asesor suyo se lo haya hecho notar a doña Claudia– consiste en que el mandatario en turno mantiene en secreto absoluto el nombre de su preferido o preferida en la sucesión. Por eso precisamente el calificativo de “tapado“. Cuando alguien se destapa, prematuramente, se pone de inmediato a sí mismo (en este caso misma) en un riesgo inminente de volverse el payaso de las cachetadas.

Si toda la maquinaria (ilegal por cierto) del aparato de gobierno se pone a las órdenes de un(a) aspirante, es de lógica elemental que los demás aspirantes, en conjunto con los opositores (el enemigo de mi enemigo es mi amigo) busquen por cielo mar y tierra la forma de desbancarla. El anonimato es lo único que los salva, y esto era cierto incluso en la era de la hegemonía priista, cuando difícilmente alguien se opondría a la voluntad presidencial, cuantimás ahora que se simulan los procesos como si fueran “democráticos”.

Siendo don Andrés un monstruo de la política, capaz de portar en su bolsillo a millones de fanáticos seguidores, resultaría muy extraño que en verdad quiera que lo suceda Claudia, cuando la expone de una forma tan pueril. Siempre he argumentado que el aparente destape de la jefa de Gobierno fue en realidad un espaldarazo, luego de que la Jefa de Gobierno perdió la mitad de las Alcaldías de la Ciudad (en buena medida por culpa de Monreal, a quien el Presidente nunca le perdonará esa afrenta).

Pero Sheinbaum se la tomó tan en serio que ahora anda en campaña desbocada por todo el país y derrochando recursos de procedencia desconocida pero presumiblemente clara e ilegal, mientras sus adversarios la observan sin descartarse en el juego de las corcholatas y le meten el pie cada vez que pueden. Y no digo que el choque de los trenes del Metro haya sido provocado por fuerzas obscuras más allá de la consecuencia lógica de una falta de mantenimiento. Doña Claudia se incrimina a sí misma de forma espectacular y no habrá discurso presidencial o desplegado solidario de gobernadores morenistas que la salve.

Así que don Marcelo debe soportar estoicamente las groserías de don Andrés, que hoy le arrebató la palabra luego de haberle cedido el micrófono para que explicara algo sobre la nueva distribución de inmigrantes por país (dominada ahora por Cuba “por el bloqueo”), tema en el que se enredó el Presidente con una gráfica, para luego interrumpirlo abruptamente. Marcelo agachó la cabeza y se fue a sentar a su sillita.

Parece que Adán será el auténtico tapado en el paraíso sucesorio.