jueves, noviembre 21

Sheinbaum, bajo un rudo acoso presidencial. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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Fue prácticamente obligada a admitir la militarización formal de la Guardia Nacional este fin de semana

AMLO es un personaje suigéneris que maneja el más rudimentario lenguaje de la izquierda tradicional de forma compulsiva, pero que desdice todos y cada uno de sus planteamientos con una praxis altamente conservadora.

Algunos de los rasgos más evidentes de su inclinación reaccionaria se reflejan en sus ansias militaristas incontenibles, su desprecio indeclinable por las instituciones democráticas y el equilibrio de poderes, y su insensibilidad impresionante ante la tragedia humana, por mucho que se crea el padre de un nuevo “humanismo mexicano”.

AMLO critió a Calderón

AMLO criticó a Calderón por la guerra contra el narco

Dijo don Andrés clara, inequívocamente en campaña, en infinidad de ocasiones, que devolvería los soldados a sus cuarteles, porque su formación les impide atacar el reto de la inseguridad respetando Derechos Humanos, y criticó hasta la náusea a Felipe Calderón por haber “pateado el avispero” involucrando a los soldados en la guerra contra el narco. Pero ahora se desdice desmintiendo categóricamente que él haya hecho ese tipo de planteamientos. Ni siquiera argumenta -como en varias ocasiones- que “es de sabios cambiar de opinión”, sino que se niega rotundamente a sí mismo con un desparpajo que raya en el ridículo.

Por la forma en que somete a presión a la futura presidenta puede advertirse cuáles son sus principales obsesiones:

1.- Militarizar la vida pública nacional, es decir darles a los militares y marinos un poder económico inédito en nuestra historia, al mismo tiempo que les encarga la seguridad pública, con una estrategia tan aberrante de abrazar a la delincuencia que provocaría risa si no tuviera consecuencias trágicas para la inerme población mexicana.

AMLO contra el Poder Judicial

AMLO va por el Poder Judicial

2.- Acaparar, mediante la manipulación electoral en la que ha demostrado con creces ser un experto, el Poder Judicial de la Federación, toda vez que ya tiene el control absoluto del Legislativo, en donde ha impuesto, con esa misma destreza para controlar procesos electorales, a incondicionales convencidos de que obedecerlo como robots es una misión “patriótica”.

Esos dos rubros que apuntan al ejercicio pleno de una tiranía al estilo de Nicaragua, le han sido impuestos a Claudia Sheinbaum a escasos días de su arrollador triunfo electoral, y opacan su intención de sanear la vida pública en México, reflejada claramente en los discursos refrescantes de su equipo de apoyo y de sus nombramientos de gabinete, expresados de forma muy saludable en los espacios demonizados por López en su siniestro oscurantismo sexenal, como el de Carmen Aristegui, por ejemplo.

Aristegui y Alicia Bárcena

Aristegui y Alicia Bárcena

Ver a la asesora económica de Claudia, Altagracia Gómez, desfilar en diversos medios -censurados por AMLO– haciendo gala de una inteligencia juvenil sobresaliente, disertando con maestría sobre desarrollo sostenible con justicia ambiental y social, representa la luz al final de un túnel de polarización y odio, de retórica hueca sobre amor al pueblo, por ejemplo, mientras se observa con indiferencia la masacre espantosa a la que se le somete, con casi 200 mil asesinatos y 100 mil desaparecidos.

Conservador es el que está en contra del aborto. El que abraza a los criminales. El que no ve que la forma de apoyar a los pobres es exigiendo a los ricos que paguen buenos salarios y no limosnas. El que planearía aumentar los impuestos a los megamillonarios no para financiar el desarrollo sino el paternalismo populista electorero. El que no se conduele del sufrimiento de las madres buscadoras y de los niños con cáncer. El que odia a la UNAM y desprecia la inteligencia al grado de preferir la obediencia ciega de la disciplina militar. Ése es un verdadero conservador. Lo demás es retórica falsa e hipocresía pura.

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