Niega AMLO que haya una elección de Estado. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Lo mismo acusa a opositores de violar la ley electoral que promueve a sus candidatos y su proyecto ¡con minutos de diferencia!
En dos momentos distintos de una misma Mañanera, don Andrés Manuel López Obrador realizó la prodigiosa hazaña de cometer un flagrante delito electoral, al mismo tiempo que desató su habitual embate contra los que él llama “sus opositores” (englobando en ese concepto vago lo mismo a militantes y directivos de partidos distintos al suyo, que a periodistas, empresarios y hasta a millones de integrantes de las clases medias), señalándolos, a todos, de delincuentes electorales.
¿Cuál elección de Estado? preguntó el mandatario en uno de sus inspirados soliloquios madrugadores (en más de un sentido) antes de agregar:
“Nosotros queremos que la gente vote libremente por el candidato, por el partido que quiera. Nosotros padecimos de elecciones de Estado, cuando ellos aplaudían; no sólo aplaudían, eran partícipes de los fraudes electorales”, afirmó el mandatario con la prestancia de sentirse un impoluto hombre de principios.
Pero en el mismo espacio desde Palacio Nacional, genio y figura hasta la sepultura, don Andrés se soltó de su ronco pecho con su única y verdadera obsesión, no sin antes insistir en que ahora vivimos en un auténtico Estado de Derecho, no de Chueco:
“Que la gente ahora que vienen las elecciones, lo piense, lo piense bien. No es elegir por elegir.
Se elige y eso es lo más importante, el proyecto de nación que se quiere. ¿Quieres que el poder público esté subordinado a los intereses de una minoría rapaz? ¿Quieres que impere el racismo, el clasismo, la corrupción, la impunidad? ¿Que se siga ignorando al pueblo?
Eso es lo que va a contar. Lo demás, es si se ríen, si están guapos o guapas los y las candidatas, quién hace el spot más chistoso. No, al fondo, al fondo. ¿Quieres que sigan los salarios de antes. Que el salario aumente por abajo de la inflación? Es lo que se tiene que revisar”.
Desde luego que las preclaras autoridades electorales nunca van a advertir en esa alocución ni una pizca de inducción al voto, solo porque el mago de la comunicación de masas jamás dijo textualmente “voten por mis candidatos y por mi proyecto”. ¡Faltaba más!
¿Que no fue este gran líder de la Transformación nacional quien impulsó, con un fervor apasionado, que se castigue constitucionalmente como “delito grave” el uso de recursos públicos para difundir propaganda electoral y, peor aún, en plena etapa de intercampañas para la Presidencia de la República?