Mitos y realidades del Claudismo. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

¿Será cierto que Trump exige a Sheinbaum la entrega de cabezas de narcopolíticos?
Cuando Daniel Serrano, el ahora flamante presidente municipal de Cuautitlán Izcalli, dirigía al grupo de “Los Puros” dentro del morenismo mexiquense, me buscaba mucho porque éramos el único medio en el Valle de Toluca que se atrevía a criticar abiertamente al entonces gobernador Alfredo del Mazo, sus marrullerías con la famosa Tarjeta Rosa, el uso que le dio a ese “programa social” para convertir a las mujeres más pobres de la entidad en aduladoras a sueldo, matraqueras de su pésima administración.
Nos usó Daniel para justificar las desviaciones que “El Licenciado” (así le decía a López Obrador) iba exhibiendo, inexorablemente, conforme avanzaba su gestión. Poco a poco, sin embargo, Serrano se fue mostrando cada vez más incómodo con mis críticas a López Obrador, a su vocación militarista mal disimulada, a su evidentísimo pacto de impunidad con Peña Nieto y a su descarada compulsión de abrazar a los delincuentes organizados y de cuello blanco.
Terminó alejándose. Como buen líder fascistoide, “El Licenciado” exige a sus seguidores una lealtad absoluta. Las críticas al obradorismo abundaban en la intimidad de las tertulias de “Los Puros”, y seguramente en la de muchas otras tribus del bestiario morenista, pero es impensable, imperdonable para ellos permitir que se filtren en público.
Tal sometimiento al autoritarismo del Fhürer es lo que tiene ahora a nuestra Presidenta amordazada, aunque poco a poco, de la mano de García Harfuch, parece encaminarse a la reconquista de su dignidad presidencial. Hay un mito que suele acompañar este planteamiento de la eventual eliminación del “maximato” obradorista: Que Donald Trump, a base de arancelazos, no le dejará a doña Claudia otra alternativa. Este mito ha sido nutrido por la oposición mediática difundiendo el presunto plan trumpista de perseguir a los narcopolíticos mexicanos de todos los partidos, especialmente del hegemónico Morena.
Suponen que la guerra de aranceles no proviene del más puro racismo y estupidez económica del mandatario KKK, sino de un presunto interés suyo en “pacificar a México”.
Según el columnista Salvador García Soto (El Universal), hoy mismo la pandilla obradorista de San Lázaro irá por la cabeza de Gabriela Jiménez. Su pecado, ser claudista de corazón y haber puesto objeciones a la exoneración del presunto violador en ciernes y gran ex futbolista, Cuauhtémoc Blanco.
Esa misma pandilla ha impedido por tercera vez consecutiva la aprobación de las iniciativas presidenciales sobre “investigación e inteligencia” y de “seguridad” que fortalecerían a don Omar García Harfuch. Cada vez Monreal, Pedro ‘Heces’ y anexas son más descarados en su asonada legislativa contra la mandataria.
El propio García Soto denuncia que el golpe dado por Harfuch contra el buque tanque con 10 millones de litros de diésel de contrabando, en puertos de Tamaulipas, es la mejor prueba de que, durante 6 años, el huachicol fue descaradamente usado para financiar campañas de Morena, con el aval de los directores de aduanas, incluido el ahora secretario general del Gobierno mexiquense, Horacio Duarte. Recuerdo bien que Daniel Serrano no tenía ningún empacho en comentarnos las trapacerías de Mario Delgado, fuera del aire, claro.
He señalado aquí en varias oportunidades que los hombres y mujeres de bien tendríamos la obligación moral de respaldar a la Presidenta Sheinbaum, independientemente de afinidades ideológicas o partidistas, no tanto porque consideremos que se trate de una gran estadista -como calificaba Carlos Fuentes a Luis Echeverría cuando hizo ese mismo llamado a los intelectuales para respaldarlo-, como porque simple y llanamente es la presidenta legítima y no tiene por qué una bola de machones comandados desde Palenque estarle mosqueando su mandato.
Reitero ese llamado y felicito al gran escritor Guillermo Sheridan por el sorprendente obsequio de hoy en su columna de El Universal: que la jueza Flor de María Hernández Mijangos, ésa que pretende imponer 15 millones de pesos de multa tanto al ex rector Graue como a otro funcionario universitario, para enriquecer a la directora de tesis de “la ministra pasante Yasmín Esquivel”, ¡también plagió su tesis!
Dice Sheridan (“La abogada de la abogada de la abogada”): “Su tesis presentada en 1991 se titula Análisis jurídico de la libertad de reunión y asociación. Es una tesis curiosa, pues llena páginas repitiendo de manera casi textual escritos del gran jurista Ignacio Burgoa“.
¿Quién puede poner en duda que esta jueza es una auténtica experta en el tema del plagio?