sábado, mayo 31

Las trumpadas arancelarias: síntomas inequívocos de locura. AL GRANO. Por Jesús López Segura

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A la tragedia del cambio climático, se suma la franca estupidez de un líder fuera de sus cabales

Hay varias formas de acometer el análisis de lo que está ocurriendo -y de lo que puede llegar a suceder- con los increíbles disparates de Donald Trump. Si se aborda el tema desde una perspectiva “geopolítica”, sin un análisis económico riguroso que la acompañe, lo que se alcanza es una tremenda confusión en la que nadie, absolutamente nadie, logra dar pie con bola. Trump, hay que decirlo sin ambages, es un hombre total y absolutamente desquiciado que llega al poder porque la sociedad que lo encumbra vive un proceso de descomposición típico de la decadencia de los imperios.

El imperio norteamericano se forjó, como cualquier otra forma de dominación imperial, mediante el exterminio de los pobladores originarios, el robo descarado de más de la mitad del territorio mexicano, el atraco masivo a los países tercermundistas a través del llamado “intercambio desigual”, es decir, por medio de la apropiación de materias primas y mano de obra barata, a cambio de chatarra industrial que garantizara el dominio tecnológico permanente, desde la acumulación primaria de capital, hasta el desarrollo pleno del capitalismo financiero, el armamentismo atómico, la carrera espacial y la irrupción de la inteligencia artificial.

Estados Unidos es, actualmente, una sociedad en profunda crisis, compuesta por grandes sectores cuyo grado de frustración los lleva al suicidio masivo mediante el consumo de fentanilo y otras drogas, pero que sueña y cree fervientemente en la falsa promesa de Make América Great Again.

Estados Unidos impuso al resto del mundo, mediante las fantasías hollywoodenses, la fallida democracia de mercado y los mitos del american way of life, lo que le permitió crear la ideología (falsa como todas las ideologías) de que su progreso y forma de vida caracterizada por el consumismo compulsivo se basaba no en la explotación del resto del mundo, sino en un sistema maravilloso al que cualquier otro país podría aspirar.

EU, sociedad de consumo

Decretar aranceles al resto del mundo, incluso a islas donde solo habitan pingüinos, con el argumento de que ésa es la forma de hacer inmensamente ricos a los norteamericanos, es una idea que solo pueden tragarse masas irracionales de hombres y mujeres desesperados que ven con horror cómo se derrumba el imperio que construyeron con engaños ideológicos y un dominio militar capaz de destruir incipientes democracias verdaderas en las más diversas geografías del planeta.

Si no lo llaman al orden los legisladores y el aparato judicial, este delincuente a gran escala llevará muy pronto la economía norteamericana al desastre y nos puede arrastrar en ese proceso. La precaria estabilidad mexicana en medio de la guerra criminal que nos agobia, no podrá sostenerse ni un instante sin las multimillonarias remesas que le llegan directamente a las familias mexicanas. Y el fascismo trumpiano planea muy pronto echarles el guante porque si algo lo ha motivado desde su primera elección es precisamente el nada disimulado odio racista contra los mexicanos, a los que no baja de delincuentes peligrosos.

Más que Canadá o cualquier otro país del mundo, México está destinado a jugar un papel primordial en el advenimiento de un nuevo orden internacional una vez que se consolide la decadencia absoluta del otrora poderoso imperio norteamericano. La frontera artificial entre ambos países, incluso con un monumental muro, está completamente diluida por la presencia de unos 30 millones de por lo menos 3 generaciones de mexicanos sobrevivientes, aferrados a su cultura. Fuera de las poderosas huestes de blancos tipo Ku Klux Klan, ningún otro sector poblacional tiene en los Estados Unidos tanta fuerza. Y no se puede esperar nada bueno de un desquiciado fascista como su líder, Donald Trump.

Por lo pronto, China impuso 34% de aranceles a todos los productos norteamericanos, lo que incluye restricciones a la exportación de tierras raras esenciales para la industria tecnológica y la inclusión de 16 empresas estadounidenses en su lista de control de exportaciones. Estas acciones no solo afectan a las grandes corporaciones, sino que también repercuten en pequeñas y medianas empresas estadounidenses que dependen de insumos chinos para su producción.

La política proteccionista de Trump no solo ha provocado represalias comerciales, sino que también está aumentando el riesgo de una recesión en Estados Unidos. JPMorgan Chase elevó a 60% la probabilidad de que la economía norteamericana caiga en recesión este año debido al impacto de los aranceles. El banco advierte que la escalada arancelaria representa la mayor subida de impuestos desde 1968 y que, lejos de beneficiar a la economía nacional, está desincentivando la inversión, deteriorando la confianza empresarial y perturbando las cadenas de suministro.

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