“Trump echa gasolina al fuego en el conflicto entre Israel e Irán”, declara China

Mientras el conflicto entre Israel e Irán entra en su quinto día consecutivo de ataques, China ha decidido quitarle la careta al espectáculo diplomático y señalar directamente al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por lo que realmente está haciendo: avivar el incendio mientras posa como bombero.

El portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Guo Jiakun, lanzó la acusación en conferencia de prensa, dejando claro que “echar gasolina al fuego, hacer amenazas y ejercer presión no ayudarán a relajar la situación”, sino que, por el contrario, “sólo aumentará las contradicciones y ampliará el conflicto”, citó el Global Times, diario portavoz de la visión oficial de Pekín.

Con la sutileza que suele caracterizar a la diplomacia china, el mensaje fue claro: si alguien tiene línea directa con Israel, que la use para enfriar los ánimos, no para calentarlos con bravatas de campaña electoral.

El problema es que Donald Trump, más ocupado en convertir su cuenta de Truth Social en un reality show bélico, no ha tenido empacho en lanzar amenazas abiertas contra Teherán y sugerir incluso la evacuación de la capital iraní, o decir que tiene bien identificado el escondite de un líder iraní pero no ha decidido todavía exterminarlo. Para el mandatario estadounidense, al parecer, nada genera más entusiasmo que un posible conflicto a gran escala en Oriente Medio, sobre todo si puede presentarlo como parte de su cruzada personal para “imponer orden” en el mundo, a costa del caos ajeno.

Esa visión trumpiana del conflicto fue bien aprendida por su hijo Eric, quien a manera de ejemplo de lo que podría ocurrir en el conflicto entre Irán e Israel, se le ocurrió decir que “si México atacara EU, sería decapitado en cuatro segundos… Mi padre no busca involucrarse en guerras, pero si tiene que hacerlo, va a reventarles la cabeza”.

China, por su parte, sigue jugando su carta favorita en el tablero internacional: presentarse como el adulto responsable de la sala, mientras Washington vuelve a desempeñar su papel habitual de pirómano con megáfono.

Pekín pide diálogo. Trump pide bombas. Y el mundo, como siempre, en medio del espectáculo.