lunes, octubre 13

El 1% de la población acapara el 35% del ingreso nacional. AL GRANO. Por Jesús López Segura

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Para el 10% más pobre, solo el 2% de la riqueza. El obradorismo recrudeció la desigualdad social

El obradorismo presume con bombo y platillo haber “sacado de la pobreza” a 13.4 millones de mexicanos desde 2018. El discurso de justicia social suena épico: nunca antes, dicen, los más desfavorecidos habían mejorado tanto. Pero cuando se rasca la superficie de esas cifras, emerge una verdad que dinamita la narrativa presidencial: la desigualdad estructural no se movió un ápice. El 1 por ciento más rico sigue acaparando un tercio del ingreso nacional, blindado en su burbuja de privilegios.

Los datos de Oxfam México y del Instituto de Estudios sobre la Desigualdad (Indesig) son demoledores. El 1 por ciento de la población concentra el 35 por ciento de la riqueza, mientras el 10 por ciento más pobre apenas recibe un 2 por ciento. En números crudos, un hogar del decil más bajo sobrevive con 2 mil 168 pesos mensuales por persona, mientras los de la cúspide gozan de casi un millón de pesos cada mes. ¿La diferencia? 442 veces más riqueza en manos de quienes ya tenían todo.

La ironía alcanza niveles grotescos: tanto pobres como ricos vieron aumentar sus ingresos 29 por ciento en este sexenio. Sólo que, mientras los de abajo ganaron 16 pesos diarios adicionales, los de arriba sumaron 7 mil 123 pesos más al día. La “igualdad” obradorista consiste en repartir porcentajes, no en cerrar brechas.

Ni siquiera el aumento del salario mínimo o los programas clientelares modificaron el orden de las cosas: el 1 por ciento más rico no sólo supera en 442 veces al 10 por ciento más pobre, también ingresa 44 veces más que el promedio nacional.

Y mientras los hogares pobres destinan sus pocos recursos a comida y vivienda, los privilegiados multiplican su patrimonio en un país donde ejercer derechos fundamentales depende del tamaño de la cartera.

Pero hay otro dato demoledor, enterrado en el reciente reporte del INEGI: en el sexenio de López Obrador se duplicó el número de mexicanos sin acceso a servicios de salud pública. En 2018, el 16.2% de la población —20.1 millones de personas— estaba sin cobertura médica. Para 2024, tras el fiasco del Insabi, las crisis de medicamentos y el fracaso del IMSS-Bienestar, la cifra se disparó a 34.2%: 44.5 millones de mexicanos desamparados sanitariamente, muchos de ellos expulsados del sistema por la desaparición del Seguro Popular.

La conclusión es incómoda para el relato de la “transformación”: el obradorismo redujo la pobreza, sí, pero sin tocar el altar intocable de la desigualdad. Porque en México, como en los viejos tiempos del neoliberalismo que tanto se denuncia desde Palacio Nacional, los pobres mejoran un poco para sobrevivir… mientras los ricos se vuelven obscenamente más ricos.

 

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