Todavía no toma posesión y ya Donald Trump reparte trompadas a diestra y siniestra

Una cosa es que muchas autoridades apoyen a los criminales y otra que el narco nos gobierne, como dice
Donald Trump, en su habitual tono altisonante y beligerante, ha vuelto a atacar a México, Canadá y otras naciones con un discurso lleno de bravatas y despropósitos que, más allá de su relativa veracidad, buscan polarizar y alimentar el miedo en su base electoral. Al acusar a México de estar “gobernado por cárteles” y prometer medidas económicas severas, además de amenazar con absorber Canadá como un estado más de la Unión Americana, el magnate demuestra que su estrategia sigue centrada en la intimidación y la desinformación, reforzada por ideas que rozan lo absurdo, como rebautizar el Golfo de México como “Golfo de América” o anexarse Groenlandia por la fuerza.

Mapa del narcotráfico en México, según Infobae
El caso de México: chivo expiatorio de sus propios fracasos
Trump pinta a México como un estado fallido bajo control del narcotráfico, ignorando convenientemente que gran parte del problema del crimen organizado emana de la incapacidad estadounidense para detener el consumo de drogas, armas y dinero que sostiene a los cárteles. Es irónico que critique la seguridad mexicana cuando su propio país lidera en índices de violencia armada y muertes por sobredosis. Además, su insistencia en los déficits comerciales muestra una comprensión limitada de las relaciones económicas, reduciendo la complejidad a una narrativa de “nosotros somos las víctimas”.
Claudia Sheinbaum, presidenta de México, respondió con una mezcla de sarcasmo y desdén, sugiriendo que Trump está mal informado y atrapado en el pasado, pensando que figuras como Felipe Calderón y Genaro García Luna aún gobiernan. Aunque su réplica intenta mostrar fortaleza, también minimiza los problemas reales que enfrenta México, dejando el debate en un intercambio de acusaciones sin fondo constructivo.

Sheinbaum responde a Trump que en México ya no gobiernan Calderón ni García Luna
Canadá y el resto del mundo: el sueño imperial de Trump
Las declaraciones contra Canadá y su supuesta intención de anexarlo como un estado más revelan un delirio de grandeza que busca disfrazar su incapacidad para lidiar con desafíos internos y globales. Simultáneamente, su amenaza de restablecer el control sobre el Canal de Panamá o comprar Groenlandia o anexársela por la fuerza, refleja su visión obsoleta de un Estados Unidos omnipotente, aunque el propio país ya no tiene los recursos ni la hegemonía para imponer sus intereses de manera unilateral.

El sueño imperial de Donald Trump
Una retórica peligrosa con efectos reales
Si bien estas declaraciones pueden parecer absurdas o risibles, su impacto no debe subestimarse. Discursos como el de Trump alimentan el odio y la xenofobia, poniendo en riesgo la integridad de millones de migrantes y fomentando tensiones diplomáticas innecesarias. Además, esta estrategia de polarización refuerza un estilo de liderazgo basado en el miedo y la desinformación, con efectos que trascienden fronteras.
En suma, las palabras de Trump no solo son un intento de reafirmar su influencia ante su base, sino también un recordatorio de los peligros que representa el populismo autoritario cuando se mezcla con la desinformación y la grandilocuencia imperialista. La respuesta a estos discursos debe ser firme, inteligente y basada en la verdad, único antídoto eficaz contra el discurso de corte fascista.