Claudia en TV Notas, al estilo de “La Gaviota”. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López S.
Adán Augusto sugiere que Sheinbaum paga encuestas para mantener el ánimo arriba
Adán Augusto López, aspirante a la candidatura presidencial de Morena sostuvo (en nota publicada por Proceso) que la única encuesta válida será la que realice Morena y desacreditó a las publicadas por medios de comunicación; esto mientras su compañera de partido y competidora, Claudia Sheinbaum, ha destacado llevar un año en primer lugar en distintas encuestas.
“Esta encuesta no la van a ver publicada en El Universal ni en el Reforma, ni El Economista ni El Financiero, ni LatinUs y mucho menos Televisa. Ahí nada más publican por la paga, para mantenerle el ánimo arriba a la que las paga o al que las paga”, afirmó.
Aparición de Sheinbaum en TV Notas genera mucha molestia de seguidores en redes
Claudia Sheinbaum Pardo, aspirante presidencial de Morena, se sumó a la aparición de políticos mexicanos en la llamada “prensa rosa” o “del corazón”, con la publicación en la portada de TV Notas de una semblanza de su vida en esa popular revista; las críticas en redes sociales convirtieron el hecho en trending topic, informa Proceso.
Recién acusada por Marcelo Ebrard prácticamente de delincuencia electoral, por el ostensible acarreo y uso de recursos públicos para plagar con espectaculares el territorio nacional y poner a su servicio a la Secretaría de Bienestar, entre otros delitos graves (según la caracterización legal aportada por el propio Morena), ahora sale con la muy costosa publicación en una revista rosa o “del corazón”, como una forma más de violentar los límites impuestos por el INE a sus gastos y de burlarse de la opinión pública y de las mismas declaraciones del Presidente López Obrador, quien consideró naturales las protestas del ex canciller y refrendó que él es por completo ajeno a esos gastos excesivos y a la utilización de recursos públicos en materia electoral.
El dilema del Presidente López Obrador -a unos cuantos días de tomar la decisión más difícil de su sexenio, la relativa a su sucesor(a)-, ya no es quién puede representar mejor, más fidedignamente la continuidad de su proyecto de nación, sino quién puede obstaculizar el triunfo de Morena como lo hizo Juan Zepeda en la elección del 2017 del Estado de México, cuando dividió el voto de la izquierda para darle el triunfo a Alfredo del Mazo sobre Delfina Gómez.
Por estos días han arreciado las críticas contra la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México, como una muestra del golpe de timón que podría ya haber dado el mandatario en favor de Marcelo, única de las corcholatas perfectamente capaz de llevar al desastre la elección presidencial de Morena, como lo anticipó el jueves pasado, con argumentos que ningún morenista de corazón podría objetar y que tienen que ver con la esencia misma de su movimiento, es decir, el destierro definitivo de prácticas fraudulentas en los procesos electorales para instaurar una democracia verdadera en el país, ajena por completo a la corrupción típica de los prianistas.
¿Con qué calidad moral podría ser presidenta Claudia si sus propios compañeros y la opinión pública nacional la identifican ahora como una delincuente electoral?
¿Cuántos poderosos argumentos para hacerla papilla en la contienda le daría Morena a Xóchitl Gálvez o a Beatriz Paredes postulando a alguien que un centenar de diputados de su partido están dispuestos a acusarla penalmente por delincuencia electoral?
¿En qué cabeza cabe que un genio político como Andrés Manuel le cederá graciosamente la estafeta de su movimiento a alguien que perdió la mitad de las alcaldías en su bastión electoral por excelencia, como era la Ciudad de México antes de Claudia Sheinbaum?
Solo un hombre enloquecido por el poder decidiría darle el bastón de mando a alguien que ha cabalgado siempre sobre su espalda y nunca ha logrado nada por sí misma, en lugar de encumbrar a quien, en su momento, le cedió caballerosamente el poder con una mínima diferencia en el conteo de votos y que lo sucedió en el cargo de jefe de gobierno respetando la continuidad de su proyecto.
Con lo dicho no quiero afirmar -con todo respeto- que don Andrés las traiga todas consigo en materia de equilibrio emocional y mental pues, como afirma León Krauze en su colaboración de ayer en El Universal:
“Es un hombre obsesionado con el poder y, peor todavía, consigo mismo. López Obrador ha dicho que se debe a los demás, llegando incluso al éxtasis retórico aquel del ‘ya no me pertenezco’. Insiste, pues, que vive para el pueblo que gobierna, que no piensa en sí mismo. Pero eso no es verdad. En los últimos años, el presidente se ha encargado de confirmar que básicamente piensa en sí mismo —en su legado, en su lugar en la historia, en su poder— antes que en todo lo demás. De ahí que insista en victimizarse en casi cualquier circunstancia. Las víctimas no son los niños sin tratamiento de cáncer. La víctima es él. Las víctimas no son las madres buscadoras. La víctima es él. Las víctimas no son los migrantes asfixiados entre las llamas. La víctima es él. Las víctimas no son los muchachos de Jalisco. La víctima es él. Una y otra vez”.
“La conclusión de este patrón es ineludible. El hombre que aseguraba mirar siempre hacia los otros ha descubierto el poder del espejo y se ha enamorado de su semejanza. Incapaz de ofrecer una disculpa o reconocer un error, no hace más que mirarse a sí mismo. Se ha perdido moralmente en los pasillos del palacio. Al final, al luchador social se lo comió el poder”.