Bofetada con guante blanco a la tontería de “privilegiar la lealtad sobre la capacidad”

Por fin una gran noticia para México. Los forcejeos del casi expresidente López Obrador para dominar a su sucesora Claudia Sheinbaum imponiéndole agenda, proyecto y hasta gabinete, se toparon con una resistencia inteligente, de no confrontación y de aparente acuerdo absoluto que se desmorona por completo a la hora de las decisiones, como la de los nombramientos, para beneplácito de quienes consideramos que la capacidad para desempeñar los puestos públicos es mucho más importante que la lealtad al jefe, porque esa lealtad debe ser siempre a México, a los principios y no a las personas sedientas de poder.

Estamos frente a una coincidencia en los proyectos entre el presidente saliente y la entrante, pero una discrepancia absoluta entre el tipo de funcionarios que deben concretar esos proyectos: AMLO desprecia la capacidad y sobrevalora la supuesta lealtad (que, en la praxis, más pronto de lo que grazna un ganso, suele convertirse en traición). Claudia, fiel a su formación académica, privilegia la capacidad, lo cual puede reenfilar a México por el buen camino.

Nadie le puede garantizar a Sheinbaum una lealtad absoluta, inamovible o perruna -como la que exige AMLO– por parte, por ejemplo, de Marcelo Ebrard, quien dijo que “no quería nada con esa señora” y la acusó de usar recursos públicos para su campaña, sin embargo negoció con él y éste se incorpora en el área de Economía como el mejor prospecto para abordar ese trascendental tema en la era en que el nearshoring y la renegociación de los tratados comerciales de México serán prioritarios. Ebrard cumple a la perfección el perfil y tendrá oportunidad de reivindicarse por haber abandonado la lucha interna por la Presidencia, ahora lo vemos, porque privilegió la ubicación de su gente  por encima de sus aspiraciones personales.

Al desprecio que AMLO ha manifestado, tanto verbalmente como en su política presupuestal, contra la ciencia, Claudia responde elevando a rango de secretaría el importantísimo tema, nombrando al frente a la muy capaz Rosaura Ruiz Gutiérrez. Enhorabuena.

Ante los retos del cambio climático que a AMLO le han valido sorbete, por su trauma típicamente tabasqueño con el petróleo, y su consecuente desprecio por las energías limpias, Sheinbaum impone a una experta ambientalista, pero también en las relaciones internacionales, ámbito en el que se tienen que ubicar todas las políticas para tratar de frenar el apocalipsis que se avecina. Nadie mejor que Alicia Bárcena para encabezar ese monumental reto.

Otro experto, en agricultura, con arraigo en la FAO, como Julio Berdegué Sacristán, da un aliento de esperanza en una de las áreas más despreciadas por el obradorismo.

Juan Ramón de la Fuente es uno de los políticos mexicanos más sensibles y respetados en el mundo. El hecho de que represente a nuestro país es motivo de orgullo y beneplácito para quienes estamos hartos de los discursos beligerantes de nuestro actual mandatario.

El caso de Ernestina Godoy se cuece aparte si es que ha de sustituir al florero Gertz en la Fiscalía -tan pronto como empiece a cuajar una reconversión absoluta de la lucha contra la criminalidad que se ha apoderado de un tercio del territorio nacional, por lo menos-, pues en la Fiscalía definitivamente se requiere tanta eficiencia como lealtad, para mandar al carajo la tontería de abrazar a los delincuentes y empezar a asesorarse con personajazos como Edgardo Buscaglia ¿expulsado de México por López Obrador?,  que es quizá la tarea más importante del próximo gabinete, con titulares leales y eficientes a la cabeza del Ejército, la Marina, la Guardia Nacional y la Secretaría de Seguridad Ciudadana, coordinando ésta última toda la nueva estrategia, seguramente con Omar García Harfuch al frente.

El énfasis en la capacidad, la ciencia y el internacionalismo marcan una radical y afortunada distancia respecto de López Obrador, independientemente de que puedan coincidir en el proyecto.

¡Felicidades!