El argumento: Que China busca dominar el mercado global y el de Estados Unidos

El gobierno del presidente Joe Biden presentó una medida que restringiría la venta e importación de vehículos que contengan partes tecnológicas provenientes de China y Rusia, con el objetivo de proteger la seguridad nacional y reforzar la resiliencia de las cadenas de suministro en Estados Unidos. Según un comunicado de la Casa Blanca, la administración busca contrarrestar las crecientes amenazas que representan estos países para la industria automotriz y la soberanía tecnológica de Estados Unidos.

La propuesta, elaborada por el Departamento de Comercio, subraya que la expansión de la industria automotriz china, con su creciente enfoque en la tecnología, podría comprometer la seguridad de Estados Unidos y exacerbar la dependencia de componentes extranjeros. “El presidente Biden y la vicepresidenta Kamala Harris están comprometidos en garantizar que nuestras cadenas de suministro vehicular sean seguras y resistentes a las amenazas extranjeras”, subraya el comunicado.

Esta iniciativa forma parte de un esfuerzo mayor para prevenir el espionaje a través de vehículos que utilizan tecnologías avanzadas de navegación autónoma y recopilación de datos sensibles, como sistemas computarizados que controlan los movimientos del vehículo y almacenan información sobre conductores y pasajeros. “Dado que los vehículos están cada vez más conectados a redes digitales, existe un riesgo creciente de que se utilicen para obtener información confidencial sobre la infraestructura estadounidense”, advierte la Casa Blanca.

Biden propone rechazar tecnología china y rusa en autos

En cuanto a los componentes afectados, la prohibición se centraría en sistemas de comunicación como Bluetooth, satélites, módulos Wi-Fi y tecnología para la conducción autónoma. Estas restricciones aplicarían a los modelos de autos de 2027 en adelante, mientras que las tecnologías de hardware más avanzadas tendrían como fecha límite el año 2029.

El Departamento de Comercio también contempla excepciones para pequeños fabricantes, con el fin de evitar una disrupción excesiva en la industria automotriz, incluidas las empresas que operan en México. No obstante, la Casa Blanca reiteró que el proceso de consulta con la industria, aliados y otros socios seguirá abierto mientras se ajustan los detalles de la normativa.

Esta medida se suma a las tarifas que Biden impuso en mayo pasado, incrementando de 25% a 100% los aranceles sobre los vehículos eléctricos de China, una acción que también fue justificada en nombre de la protección de la industria estadounidense.