Dicen que Alito la tenía agarrada del pescuezo y sin recursos. ¿Se irá al Verde de la mano de Eruviel?
AL GRANO. Por Jesús López Segura
El teatro priista en el Estado de México suma un nuevo acto con la renuncia de Ana Lilia Herrera y su secretario general, Alejandro Castro, a la dirigencia del Comité Directivo Estatal del partido. Alejandro Moreno Cárdenas, presidente nacional del PRI, no perdió la oportunidad de adornar la escena con palabras grandilocuentes en redes sociales, destacando su supuesta “gran labor” y “profundo amor” por el priismo mexiquense, como si eso bastara para maquillar los resultados poco memorables del tricolor en la entidad y en el resto del país.
Con un estilo digno de un guion de autocelebración, “Alito” afirmó que Herrera y Castro fueron “clave para fortalecer la unidad y los resultados” del partido. Unidad, claro está, siempre y cuando no se incluyan las tensiones internas y la creciente desconexión entre el PRI y los votantes mexiquenses. Eso sí, consolidaron “la cercanía con el pueblo”, aunque habría que preguntar a ese mismo pueblo si sienten tal proximidad o si el partido simplemente sigue operando con las mismas viejas prácticas que lo han dejado fuera de juego en muchas regiones del país.
Por su parte, Ana Lilia Herrera, en un lacónico mensaje en redes, explicó que deja el cargo por “motivos personales”, una frase tan ambigua como recurrente en la política mexicana cuando lo que realmente se quiere evitar es explicar los verdaderos motivos tras la salida. “Fue un año de retos que asumí con compromiso y congruencia”, aseguró, aunque el balance de su gestión parezca más un ejercicio de sobrevivencia que una historia de éxito partidista.
En medio de esta renuncia con tintes de “cierre de ciclo” y “profunda gratitud,” queda la pregunta de fondo: ¿es este movimiento una renovación estratégica o simplemente otro intento del PRI por prolongar su agonía política en un estado que alguna vez fue su bastión? La respuesta, como de costumbre, quedará envuelta en la niebla de sus propias narrativas.
Entre los pocos sobrevivientes del priismo mexiquense circulan 2 versiones sobre el verdadero talante de los “motivos personales” de Ana Lilia:
1.- Con la indudable dignidad que la caracteriza, Ana Lilia no pudo soportar más que desde el PRI nacional “la tuvieran agarrada del pescuezo, sin recursos y con Cristina Ruiz arriba de ella dándole indicaciones”, lo que la llevó a hacerse a un lado con la mira puesta en participar en la próxima convocatoria para un periodo de 4 años. Ana Lilia probablemente tiene el récord priista mexiquense de invicta en procesos electorales y participación como exitosa funcionaria pública de alto nivel.
2.- Pero como todo buen priista, Ana Lilia carga la bipolaridad de la confrontación interna entre el conservadurismo y autoritarismo diazordacista, frente al nacionalismo revolucionario del cardenismo y sus réplicas populistas (que derivan en el obradorismo). Así que no se descarta que emigre, de la mano de Eruviel “El Chapitas” Ávila, al cementerio de las reputaciones priistas, administrado por José Alberto Couttolenc Buentello.