La UAEMéx y su vergonzosa tolerancia al abuso: el caso de las luchadoras y su “intocable” entrenador
La vocera Ginarely Valencia protege al abusador Alejandro Retureta, con argumentos pedestres
LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Cuando la impunidad se viste de uniforme deportivo, el resultado es un escándalo que no debería sorprender a nadie. Alejandro Retureta Ramírez, entrenador de lucha olímpica en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), no sólo acumuló medallas con su equipo, sino también años de acoso y abuso sistemático hacia sus alumnas. Ahora enfrenta dos denuncias penales, y al menos otras cuatro luchadoras evalúan seguir el mismo camino legal. Mientras tanto, la universidad parece más preocupada por salvar las apariencias que por proteger a sus estudiantes.
El secreto a voces ignorado
Durante años, Retureta manejó su gimnasio como un feudo personal, donde las reglas las dictaba su ego y su abuso de poder. Las denunciantes lo acusan de violencia física, emocional y sexual, sustentadas en testimonios de exalumnas que describen entrenamientos desmedidos, comentarios degradantes y hasta propuestas grotescas como abrir un OnlyFans para superar dificultades económicas. Todo esto era “tolerable” para las autoridades universitarias mientras los resultados deportivos fueran buenos.
Una de las víctimas, María Fernanda, sufrió múltiples lesiones y años de manipulación psicológica que la llevaron a normalizar el abuso. Retureta no sólo explotaba físicamente a sus alumnas con jornadas de hasta 10 horas y combates fuera de categoría, sino que también ejercía control absoluto sobre su vida personal, aislándolas de cualquier red de apoyo.
La “Luchadora“, otra denunciante, relata un patrón similar de abuso: insultos, acoso sexual y vejaciones físicas bajo el pretexto de “formar carácter”. Incluso llegó a ser forzada a deshidratarse hasta extremos peligrosos para cumplir con los caprichos de su entrenador.
Las autoridades, expertas en lavarse las manos
Cuando las denuncias llegaron al rector Carlos Eduardo Barrera Díaz y al Órgano Interno de Control, la respuesta institucional fue una obra maestra del cinismo: se informó que Retureta había “renunciado voluntariamente” para no entorpecer las investigaciones. Sin embargo, las víctimas aseguran que el entrenador sigue presente en el campus y manteniendo contacto con el equipo.
La directora de Comunicación, Ginarely Valencia, afirmó que la universidad está “imposibilitada” para actuar porque las denuncias no fueron presentadas en la “instancia adecuada”. Sin embargo, el protocolo universitario establece claramente que la UAEMéx debe actuar de oficio cuando se entere de conductas violentas en sus instalaciones. Pero, ¿quién necesita cumplir un protocolo cuando es más fácil mirar hacia otro lado?
Un sistema que perpetúa la impunidad
El caso de Retureta no es un incidente aislado, sino un síntoma de un sistema podrido que valora más las medallas que la dignidad de sus estudiantes. A pesar de la gravedad de las acusaciones, la universidad parece más interesada en proteger a su entrenador estrella que en garantizar un entorno seguro para sus deportistas.
Los abogados de las víctimas señalan que la renuncia de Retureta podría ser una estrategia para evitar sanciones y regresar en el futuro, una práctica que, según las denunciantes, no sería nueva en la UAEMéx.
¿Y ahora qué?
Las denuncias están en etapa inicial, y las víctimas cuentan con medidas de protección emitidas por la Fiscalía General de Justicia del Estado de México. Sin embargo, el verdadero reto será romper el círculo de complicidad institucional que permitió que Retureta abusara de su posición durante tanto tiempo.
Este caso no sólo expone a un entrenador, sino también a una universidad que, al tolerar estas conductas, traiciona su misión de formar ciudadanos íntegros. La UAEMéx tiene ahora una oportunidad de redimirse: actuar con contundencia, sancionar a los responsables y garantizar que ningún otro estudiante tenga que elegir entre su carrera deportiva y su dignidad.
El rector Barrera Díaz y su vocera Ginarely Valencia, obsesionados en la grilla de la sucesión, han salido reprobados en este botón de muestra de su pésima administración.