Salario mínimo en México: la brecha entre el discurso y la realidad laboral. Por Jesús López Segura
El salario mínimo es una cifra simbólica que no cierra la brecha entre la promesa y la realidad
Este 1 de enero de 2025 entró en vigor el nuevo salario mínimo en México, fijado en 278.80 pesos diarios para la mayor parte del país y 419.88 pesos diarios en la zona fronteriza, lo que equivale a cerca de 8,475 pesos mensuales. Este aumento del 12% tiene como objetivo garantizar un ingreso digno para los trabajadores. Sin embargo, esta meta contrasta de forma preocupante con las condiciones laborales reales del país.
Según datos de la Secretaría de Economía, el salario promedio mensual en el segundo trimestre de 2024 fue de apenas 6,000 pesos, más de 2,400 pesos por debajo del nuevo mínimo. Esto refleja que un porcentaje significativo de la población económicamente activa vive por debajo del nivel estipulado como ingreso digno. Si bien la tasa de desocupación es baja (2.5% en el tercer trimestre de 2024, según el INEGI), la calidad del empleo sigue siendo un desafío crítico.
Esta discrepancia sugiere dos posibles problemáticas: una deficiente aplicación de las políticas de salario mínimo o una prevalencia del empleo informal y mal remunerado, que deja fuera del marco regulatorio a millones de trabajadores. La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo muestra que más de 61 millones de personas forman parte de la población activa, pero muchas no ven reflejado en sus ingresos el aumento anunciado.
Además, el optimismo de los mexicanos sobre mejorar su situación laboral es moderado. Según el Barómetro Laboral de ManpowerGroup (destacado en una nota de la revista Proceso), el 61% espera encontrar un nuevo trabajo en los próximos seis meses, pero solo el 56% está satisfecho con su empleo actual, y la percepción de seguridad laboral es desigual según el sector, el género y la edad.
Mientras tanto, sectores como Ciencias de la Vida, Salud y Tecnologías de la Información muestran mejores perspectivas de empleo, pero requieren habilidades especializadas que no todos los trabajadores poseen. En contraste, áreas como Manufactura y Energía enfrentan barreras adicionales para la movilidad laboral, lo que limita aún más las posibilidades de mejora para millones de trabajadores.
El salario digno: una meta lejana
El discurso oficial sobre el salario mínimo no parece estar respaldado por una mejora efectiva en la calidad de vida de la mayoría de los trabajadores. Si bien el aumento es significativo en el papel, no aborda los problemas estructurales de la economía mexicana, como la informalidad, la desigualdad de género y la falta de acceso a empleos mejor remunerados.
El gobierno enfrenta un reto mayúsculo: traducir los incrementos salariales en beneficios reales para los trabajadores. Esto exige una mayor fiscalización de los empleadores, políticas activas para reducir la informalidad y programas de capacitación para los sectores con mayor demanda laboral.
Sin estos esfuerzos, el salario mínimo seguirá siendo una cifra simbólica que no cierra la brecha entre la promesa de un ingreso digno y la dura realidad de millones de mexicanos.