México es el país más democrático: Sheinbaum. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Responde a la Universidad de Gotemburgo, que planteó que México se dirige hacia la autocracia
En un acto de reflexión profunda sobre la democracia, la presidenta Claudia Sheinbaum proclamó con un orgullo imperturbable que México es “el país más democrático”. Esta declaración surge como respuesta al informe “Sobre la Democracia 2024” de la Universidad de Gotemburgo, que osó insinuar lo contrario al identificar al país en un proceso de transición hacia la autocracia. Sin embargo, Sheinbaum, en un despliegue de argumentos que solo puede describirse como un tour de force lógico, desmanteló cada punto con la seguridad de quien confía plenamente en el poder de su narrativa.
“Ganamos la mayoría calificada, que se sorprendieron muchos, pero así fue. Entonces, ¿por qué eso quiere decir autoritarismo?”, planteó la mandataria, cuestionando cómo un sistema que permite modificar la Constitución sin la opinión de la oposición podría ser interpretado como autócrata. Sheinbaum, con astucia, señaló que el objetivo de cualquier proyecto político es lograr mayorías, una meta que no distingue fronteras ni sistemas de gobierno. Si lo hacen los republicanos y demócratas en Estados Unidos, ¿por qué no iba a hacerlo el partido en el poder en México?
Claro que todo el mundo quiere ganar mayorías, pero lo que distingue a los verdaderos demócratas es las formas y métodos con los que logran ese propósito.
El informe también menciona cómo se han desdibujado los contrapesos institucionales. Sheinbaum señaló que la Suprema Corte de Justicia “quería legislar” al invalidar leyes aprobadas en el Congreso. Como solución definitiva, defendió la idea de elegir a los ministros por voto popular. ¿Qué mejor garantía de imparcialidad que una campaña electoral respaldada por partidos políticos? De hecho, lo calificó como un avance hacia una democracia más robusta.
La presidenta también abordó las críticas sobre la desaparición del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI). Según ella, no desapareció la transparencia, sino un organismo que “se había dedicado a la corrupción, entre otras cosas”. Una afirmación audaz que, sin duda, hace reflexionar sobre el concepto de “transparencia” bajo su administración.
Otro de los puntos altos de su intervención fue la referencia a Europa. Sheinbaum cuestionó cómo los suecos pueden hablar de democracia cuando en su continente hay primeros ministros que permanecen en el poder por años, como Angela Merkel. ¡La hipocresía es evidente!
Si Alemania puede tener a una canciller durante 16 años, ¿por qué las democracias latinoamericanas no podrían aspirar a reelegir presidentes?
Sobre la estrategia de seguridad, el informe criticó la militarización que continuó desde los gobiernos de Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador. Pero Sheinbaum defendió la creación de una fuerza nacional bajo la disciplina militar, destacando que, aunque depende de la Secretaría de la Defensa Nacional, “no es el Ejército“. Un matiz que, sin duda, debe haber pasado desapercibido para los expertos del informe.
Finalmente, la mandataria señaló que el estudio ignora las verdaderas libertades democráticas en México: la libertad de prensa y el derecho a manifestarse sin represiones. Olvidó, quizá por modestia, mencionar cómo su partido ha logrado mayorías con la ayuda de recursos públicos y estrategias territoriales que, según algunos malintencionados, podrían incluir al crimen organizado. Pero claro, eso es un detalle menor en el país “más democrático” del mundo.
Así, con una mezcla de comparaciones internacionales, redefiniciones conceptuales y orgullosas omisiones, Sheinbaum deja claro que la democracia mexicana es un ejemplo a seguir. Aunque tal vez sea más correcto decir: un ejemplo para estudiar con cautela.
Luego de haber escuchado unas cien veces al mandatario mexicano anterior desglosar etimológicamente la palabra democracia (dēmos, “pueblo” y kratos, “poder”), cualquiera podría preguntarse si en la verdadera democracia lo que debería imperar es el voto de una mayoría, por lo general manipulable y mal informada, o más bien las acciones de gobierno encaminadas a proteger los auténticos intereses y aspiraciones de las mayorías, identificados mediante el más excelso método científico.