Gerardo Fernández Noroña defiende uso de “acordeones” para elección judicial

Es como copiar en un examen, dijo. Uno confía, se arriesga y —si le va mal— pues se aguanta
Por Jesús López Segura
Con la serenidad de quien ha normalizado el fraude como práctica cívica, el senador Gerardo Fernández Noroña defendió con vehemencia el uso de “acordeones” para votar en la elección judicial. Y no, no se refería a la música norteña, sino a los papelitos con nombres de candidatos que —según la ley electoral mexicana— constituyen un delito flagrante cuando se usan para inducir el voto.
Según “Ñeroña“, llevar anotados los nombres de los candidatos a votar no solo es válido, sino “lo sensato”. Porque claro, pobrecito: son seis boletas, y si además hay elección local, trece. ¿Cómo se va a acordar uno de tantos nombres? No estamos en condiciones de exigirle a un senador —con sueldo y prerrogativas de lujo— que haga el esfuerzo de memorizar unos cuantos nombres. Mejor copiar, como en la secundaria.
Lo inquietante no es que don Gerardo justifique sus propios acordeones. Lo realmente alarmante es su desparpajo al hablar de los que se reparten masivamente para “orientar” el voto de los ciudadanos. A su juicio, repartir papeletas con las opciones prediseñadas por los partidos de la 4T no “empaña” la elección. Porque, dice estar convencido, nadie está obligado a seguirlas. Es solo una amable sugerencia del chef.
Y para rematar, el senador nos regala una joya de analogía moral: usar acordeón electoral es como copiar en un examen. Uno confía, se arriesga y —si le va mal— pues se aguanta. Porque al final, dice “Ñeroña”, “uno tiene que asumir su responsabilidad”. Qué profundo. Lástima que no aplique esa lógica cuando se trata de exigirle integridad al proceso democrático.
Mientras la OEA —que no nació ayer— expresaba dudas sobre la independencia judicial y la limpieza del proceso, “Ñeroña” trataba de convencer a los observadores internacionales de que todo marcha viento en popa… con acordeón en mano, claro.
La omisión de tan distinguido “hombre de leyes” sobre el hecho de que inducir el voto mediante “acordeones” es una violación directa a la legislación electoral no es torpeza, es cinismo. Pero en esta tragicomedia nacional, los que deberían garantizar la legalidad prefieren relativizar el delito, siempre y cuando favorezca al movimiento que les da de comer.
Así, mientras la democracia tambalea, Noroña nos invita a votar como quien responde una guía resuelta. Y si acaso sentimos que estamos haciendo trampa, no importa: es lo sensato. Él lo dijo. Y seguro lo llevaba anotado. Alguien se lo dictó.