Reseña de “Los Delta y el horror en el Edomex” de Héctor de Mauleón. Al Grano. Por Jesús López

Una maquinaria criminal que sigue avanzando, a veces de la mano de quienes deberían combatirla
En su columna publicada hoy en El Universal, Héctor de Mauleón expone uno de los capítulos más oscuros y alarmantes de la violencia criminal en el Estado de México: el avance brutal de la célula Los Delta, brazo armado del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), en su pugna territorial contra La Familia Michoacana.
La narrativa de De Mauleón, sobria pero contundente, parte de un hecho concreto y reciente: el asesinato del primer regidor de Movimiento Ciudadano en Ocuilan, Alejo Cedillo, y de un funcionario municipal cercano. El periodista reconstruye el operativo criminal con minuciosidad: los asesinos llegaron de Guadalajara, fueron escondidos en Toluca, y trasladados cuidadosamente al sitio del crimen. La historia adquiere un matiz todavía más inquietante cuando recuerda que, tres meses antes, otro operador político del mismo partido fue ejecutado frente al palacio municipal, en una clara muestra de que el crimen organizado no sólo ha penetrado en la vida pública del Estado de México, sino que ha convertido a la violencia en una herramienta política.
Uno de los méritos principales del texto es su capacidad para vincular el caso concreto con una historia mayor: la fractura interna de La Familia Michoacana y el arribo del CJNG al Valle de Toluca. De Mauleón articula con claridad el contexto: una guerra silenciosa pero implacable por el control del narcomenudeo y otros negocios criminales en una región clave del país. La escisión encabezada por “El Chino” y su alianza con el CJNG marca el inicio de un periodo de terror que tiene en los hallazgos macabros —fosas clandestinas, cuerpos desmembrados sepultados bajo concreto— su expresión más brutal.
El texto destaca, además, por revelar detalles del modus operandi de Los Delta: el uso de casas rentadas en plataformas como Airbnb para ocultar a sicarios, las conexiones con funcionarios y policías de los tres niveles de gobierno, y el constante flujo de criminales provenientes de Michoacán y Jalisco que operan con eficacia quirúrgica y luego desaparecen.
De Mauleón también conecta este capítulo local con el panorama nacional del crimen organizado, al recordar el involucramiento del CJNG en el atentado contra Iván Morales Corrales, testigo clave en el juicio contra El Menchito en Estados Unidos, lo que da a entender que los tentáculos de este grupo armado no se limitan al narcomenudeo, sino que alcanzan esferas mucho más amplias, incluso de carácter geopolítico.
El punto culminante de la columna es la captura de Anthony “N”, alias Tiburón, líder regional de Los Delta, en un fraccionamiento de Metepec, en una operación que De Mauleón detalla con solvencia narrativa y rigor informativo. La detención de Tiburón, si bien representa un golpe significativo para el CJNG, no parece, según anticipa el propio autor, ser el final de la historia. La guerra continúa y probablemente ya hay un nuevo jefe de plaza operando en la región.
Formalmente, el texto destaca por el equilibrio entre narración, contexto e investigación. De Mauleón evita el amarillismo y, en su lugar, ofrece una crónica sustentada en datos, fuentes de seguridad y documentos oficiales filtrados. La columna consigue así no sólo relatar un hecho sangriento, sino desmenuzar la lógica estructural del crimen organizado en el Estado de México, y poner de relieve la crisis institucional que permite su operación impune.
En suma, “Los Delta y el horror en el Edomex” es una pieza periodística de alto nivel, que combina información exclusiva con un relato ágil y devastador. La columna de De Mauleón es, una vez más, una llamada de alerta sobre el avance del crimen organizado en los espacios donde convergen el poder político, la inseguridad y la corrupción gubernamental. La violencia narrada aquí no es solo un episodio aislado: es parte de una maquinaria más grande y ominosa que sigue avanzando, a veces de la mano de quienes deberían combatirla.