Triste cumpleaños 63 de la Presidenta. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

De a poquito se le tiende la cama a todo aquél que se atreva a ejercer el periodismo crítico
¡Cómo me hubiera gustado decir hoy: felicidades, señora Presidenta!, pero cuando me conecté a la Mañanera del Pueblo (Bueno y Sabio), la escuché decir, con relación a la iniciativa de ley sobre la Guardia Nacional, lo siguiente:
“Me voy a adelantar a una crítica que ya traen los comentócratas… los corifeos… de estas leyes. Una de las críticas… muy ignorantes, la que muestra nada más su ignorancia, es que ahora un elemento de la Guardia Nacional puede pedir licencia para participar en algún puesto de elección popular o algún cargo. Bueno… resulta que esto viene de la Constitución del (1917).”
Esa alocución, cargada de pausas y sonrisas discretamente burlonas, denotaba un profundo desprecio, animado por un auditorio de propagandistas disfrazados de periodistas que la arropan en su matinal arrogancia repulsiva contra el periodismo de verdad, copiando —lo digo con triste resignación— la megalomanía insolente de su antecesor en el cargo.
Cualquier mandatario que se diga y se crea realmente demócrata habría dicho que leyó una serie de críticas periodísticas derivadas de las declaraciones de Ivonne Ortega, de MC, que parecen desconocer preceptos constitucionales que facultan a los militares para solicitar licencias a fin de arrojarse al ruedo en busca de cargos de elección popular. “Así es que me permito aclararles, con todo respeto…” habría dicho nuestro hipotético político consagrado como demócrata más allá del autoelogio discursivo.
Eso haría alguien seguro de sí mismo, que no tiene por qué adoptar, desde el inmenso poder presidencial, actitudes de hostilidad —más o menos explícitas— contra quienes no piensan exactamente como él o ella y sus fieles seguidores. Es la regla fundamental de la democracia. Y de la decencia.
Tal intolerancia malhumorada se nutre de la lambisconería desbordada de la pandilla de ganapanes que le hacen preguntas a modo y creen firmemente que, por contar con una acreditación presidencial de prensa, superan a los periodistas serios que, salvo excepciones casi heroicas —como es el caso de Reyna Haydee— ni de chiste nos pararíamos jamás en esa farsa de conferencia de prensa para que nos echen montón.
Hay —aunque usted no lo crea— funcionarios públicos que admiran a personajes como Lord Molécula, que son el hazmerreír de cualquiera que tenga un mínimo de coeficiente intelectual. Funcionarios como el marinista Alejandro Armenta que, cuando era senador, hasta le inventó un premio, y ahora como el salvaje gobernador de Puebla compite con la de Campeche por el campeonato nacional de la estulticia en materia de libertad de expresión.
Minutos después, me enteré —por la columna de Héctor de Mauleón— que le cerraron el espacio televisivo de El Heraldo de México al gran analista político Salvador García Soto, quien conserva su columna en El Universal y tratará de continuar con su esfuerzo televisivo en redes sociales, como muchos que hemos sido expulsados de los medios tradicionales e incluso de televisoras oficiales con relativa enjundia por cuenta del prianismo, pero ahora, con mucho mayor ahínco —por no decir saña— por un morenismo que, igualito que los prianistas en su tiempo de hegemonía pero fingiéndose diferentes, se autoproclaman guardianes fieles de la libertad de expresión.
De cualquier modo, ¡Feliz cumpleaños, presidenta! Que la crítica libre no le arruine el pastel.