miércoles, diciembre 10

Reclama Horacio Duarte su derecho de defender a la Presidenta Sheinbaum

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Acarreados a modo no son defensa: decirle la verdad sí

Por Jesús López Segura

El secretario general de Gobierno del Estado de México, Horacio Duarte, proclamó que “defender a nuestra presidenta es nuestro derecho”. Y tiene razón… siempre que esa defensa se base en decirle la verdad para que no pierda el piso, y no en llenar la plancha del Zócalo de almas convocadas al grito del acarreo, como si la aprobación popular se midiera, a la vieja usanza priista, con torta y refresco.

Duarte se lució este fin de semana representando a la gobernadora Delfina Gómez en un mitin que buscaba conmemorar los siete años del proyecto de la Cuarta Transformación. Una multitud, rigurosamente entusiasta, abarrotó la plaza. Claro: según el funcionario, todo fue un “acto de resistencia frente a la derecha”, esa entelequia que siempre sirve de coartada para la vanagloria política.

En un video para redes, Duarte se lanzó a la nostalgia del movimiento: que si las primeras giras de López Obrador por el Edomex, que si el triunfo como jefe de Gobierno, que si el desafuero de 2005, que si el “fraude” del 2006… un remake del discurso eterno que solo necesita fuego artificial de fondo para convertir al obradorismo en epopeya para un nuevo himno nacional.

Pero el funcionario mexiquense se guardó una obviedad monumental: el verdadero apoyo no se mide en plazas llenas, sino en ciudadanos que ya no se dejan ni manipular ni intimidar. Son ellos quienes pueden advertirle a la presidenta cuando su propio equipo trata de encerrarla en una burbuja de aplausos irreales.

“Estamos aquí miles de mexicanos defendiendo a nuestra presidenta Claudia Sheinbaum porque es nuestra obligación y nuestro derecho”, clamó Duarte ante los asistentes. Perfecto. Solo habría que añadir: y también es nuestra obligación decirle cuando algo va mal y el país se le incendia afuera de los escenarios cuidadosamente custodiados, porque cantar loas a la transformación en la víspera de asesinatos como el de Carlos Manzo o del bombazo terrorista en Michoacán, no cuadra.

En redes, el secretario celebró “siete años de transformación”, recordando el legado de López Obrador y “respaldando” a Sheinbaum. Está bien recordar. Pero mejor sería avanzar: romper de una vez el cordón umbilical con la nostalgia y tomar decisiones que protejan a un país donde la extorsión, la violencia y el miedo siguen siendo política pública de facto.

Duarte cerró con un eufórico: “¡Viva el pueblo de México y del Estado de México!”. Y claro que viva.
Pero vivo, crítico y sin acarreados, para que quien gobierna no confunda espectáculo con legitimidad.

 

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