jueves, noviembre 21

Ciro Gómez consulta públicamente a abogados para demandar al Presidente de México: Por Jesús López Segura / LA VERSIÓN NO OFICIAL

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La soberbia neoliberal llega al extremo de censurar desde la prensa fifí al poder público

Por segundo día consecutivo, Ciro Gómez Leyva usa la plataforma de Telefórmula (no la de Imagen TV) para acusar al Presidente López Obrador de “usar recursos públicos para denostar a particulares”, lo que considera ilegal y, en consecuencia, hace una convocatoria abierta a connotados abogados para que opinen hasta qué punto este “ataque verbal cotidiano contra medios y periodistas Fifí” constituye un delito del mandatario, una violación a la Carta Magna, y de qué forma se pueden fincar responsabilidades al Presidente para que los agraviados tengan una defensa adecuada frente a esta presunta “agresión desde el poder público”.

A pesar de que Fernando Gómez Mont, uno de los más destacados abogados que respondieron a la convocatoria del comunicador le dejaron en claro, desde ayer, que la única consecuencia jurídica sería que se obligara al mandatario a conceder el “derecho de réplica” a sus presuntas víctimas, lo cual de entrada está plenamente garantizado en las conferencias mañaneras, Ciro siguió cosechando hoy opiniones leguleyas para demandar al Presidente.

Los patos tirándole a las escopetas.

En la víspera de que Carmen Aristegui fuera retirada de su programa de radio, Ciro Gómez abandonó Milenio TV y se fue a Telefórmula, en un horario matutino, a encabezar un proyecto destinado a apropiarse de una audiencia huérfana por la salida de Aristegui.

Era obvio que Gómez contaba en ese entonces con todo el apoyo presidencial, puesto que los miembros del gabinete de Peña, con Osorio Chong en primer lugar, estuvieron a sus órdenes para responder a todos sus llamados telefónicos y a acudir a entrevistas en el estudio. Se trataba de apropiarse del hueco radiofónico dejado por la defenestración brutal y autoritaria -esa sí perpetrada desde el poder- de una comunicadora a la que torpemente terminaron convirtiendo en una heroína.

El comunicador que ahora se erige como vocero espontáneo y defensor de oficio de la “Prensa Fifí” no tuvo empacho por aquel entonces en denostar un día sí y el otro también los reportajes que Aristegui presentaba, por ejemplo, sobre Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre o la Casa Blanca de Angélica Rivera, con adjetivos e insultos hacia el trabajo de la periodista y sus colaboradores, que incluían las opiniones de los abogados de Gutiérrez de la Torre, por ejemplo, en un nuevo enfoque “periodístico” de “litigio al aire”. De “tendenciosa” no bajaba a la prestigiada comunicadora víctima, ella sí, de un virulento ataque desde el poder público.

En general, el planteamiento de Gómez Leyva descansa en una verdad a medias. Es verdad que constituye un abuso de poder que debería limitarse el hecho de que un Presidente use los enormes recursos de su investidura en atacar verbalmente a un ciudadano o grupo de ciudadanos en particular, en específico.

Que dijera todos los días en su conferencia de prensa que tal o cual periodista, por ejemplo, Ciro Gómez Leyva, es un chayotero de mierda. El periodista agraviado de esa forma tendría todo el derecho del mundo de defenderse. De buscar abogados para enderezar una demanda por daño a su honor y prestigio (aunque en el ejemplo puesto parece que eso no existe) y nadie le regatearía razón en su indignada respuesta.

Pero las críticas perfectamente fundamentadas del presidente López Obrador son enderezadas contra una “prensa conservadora” en abstracto que, efectivamente, quienes la practican son unos tales por cuales fantoches, chayoteros y amantes de la mentira. Al único medio que ha señalado directamente como miembro activo de esa categoría abstracta a la que López Obrador llama genéricamente “prensa Fifí“, es al periódico Reforma.

El Presidente habla de que existe -como es de conocimiento público- una cierta clase de prensa -a la que llama Fifí“- caracterizada por una clara tendencia a ocultar la verdad. A guardar un silencio cómplice frente a escandalosos fraudes electorales y monumentales latrocinios perpetrados por neoliberales corruptos. A distorsionar los hechos. Una línea editorial avocada, además, a detractarlo a él y al movimiento que representa con insultos e injurias cotidianas desde sus tribunas inquisitoriales. A defender descaradamente intereses de empresarios multimillonarios que se vieron afectados con decisiones como la de cancelar el aeropuerto de Texcoco, por ejemplo, y un larguísimo etcétera.

El hecho de que Ciro se ponga espontáneamente el saco -igual que su patiño Humberto Padgett o el hijo de Pedro Ferriz de Con, o varios “periodistas” de Milenio– eso no significa que López Obrador los haya ofendido directamente como para que estén tan indignados. Jamás ha dicho López Obrador que Ciro Gómez es un vulgar mentiroso. Incluso cuando mandó a su patiño Padgett a la mañanera, el Presidente lo trató con sumo respeto y estuvo abierto a escuchar todo lo que le dijera el pedante reportero quien, incluso, tuvo oportunidad de formular dos veces la misma pregunta porque quería una respuesta directa del Presidente y no se conformó con la que le había dado Alejandro Encinas.

Este mundo bizarro de una nueva derecha mexicana completamente desorientada e histérica, que insulta todos los días al Presidente y a sus seguidores con calificativos como el de “chairos” y con ataques directos como el de Manuel Feregrino llamando “prepotente” a López Obrador, o Ciro mismo acusándolo de “violador de derechos humanos”, que hipócritamente se quieren presentar como víctimas de un sistema presuntamente “autoritario” que ellos mismos contribuyeron a construir y defendieron a capa y espada en el pasado, no tiene ni pies ni cabeza. Están desesperados y ensoberbecidos. Tanto que cometen gravísimos errores que les pueden resultar muy caros a sus actuales patrones, porque no sobre decir que esta prensa huachicolera, neoliberal o fifí, como quiera llamársele, siempre tiene un patrón. Nunca son realmente independientes.

El error más grave de Ciro Gómez Leyva que ya deberían estar evaluando los dueños de Telefórmula -porque los de Imagen TV parece que ya toman cartas en el asunto- es que el ataque contra el Presidente de México, un mandatario mucho más preocupado en lograr una reconciliación nacional que en castigar a los verdugos de México, a los saqueadores genocidas que le antecedieron en el cargo y que Gómez Leyva defiende con el ahínco de López Portillo, es decir, como un perro, su gran error radica en que ese ataque cotidiano que ya adopta la fisonomía de una persecución judicial contra el Presidente de México, es perpetrado desde una -o dos empresas- concesionadas por el Estado mexicano y, por lo tanto, sujetas ciertas limitaciones legales en el ejercicio pleno de su libertad de expresión, limitaciones relacionadas con su deber de proteger a las instituciones de la República y la cultura del pueblo mexicano, entre otras.

Quien seguramente también consulta a sus abogados en este momento -y si no lo hace se estaría pasando de buena gente- es el propio López Obrador. Consultar si lo que hace Ciro Gómez, desde las frecuencias otorgadas en concesión, constituye una violación a la ley y una causa probable para cancelarla. ¿No cree usted?

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