Anuncia López Obrador plan muy similar al de Calderón contra las adicciones: Por Jesús López Segura / LA VERSIÓN NO OFICIAL
Enfocarán el consumo desde la perspectiva de “Salud” y el tráfico desde la de “Seguridad”
El presidente Andrés Manuel López Obrador presentó la estrategia nacional para combatir y prevenir las adicciones, centrado, según dijo, en atender “las causas de la violencia“, entre ellas la desigualdad y el abandono de los jóvenes, y acusó que gobiernos anteriores “no crearon nada para atender, desde la visión de Salud, este problema”, lo cual fue desmentido categóricamente por Felipe Calderón, minutos después, en entrevista con Ciro Gómez Leyva en “Por la Mañana” de Telefórmula.
“Le tengo mucha confianza a los jóvenes de México y van a tener siempre un lugar especial, nunca más se les dará la espalda; los vamos a abrazar, a proteger para que no se sientan solos, que no tengan vacíos para que no tomen el camino de las conductas antisociales“, expresó el mandatario federal en conferencia de prensa.
López Obrador pidió a los jóvenes mexicanos no apostar a la felicidad efímera, “al lujo barato, el que dan los autos último modelo o la ropa de marca”, ya que “eso no es lo más importante en la vida; lo más importante es estar bien con uno mismo y con el prójimo, y solo siendo buenos podemos ser felices”.
Tales planteamientos de corte motivacional y cuasi religioso encontrarán su expresión masiva en una campaña publicitaria en medios que explicó, sin convencer a nadie, el vocero Jesús Ramírez quien puso de nueva cuenta de manifiesto su ostensible ignorancia en materia de comunicación social.
El doctor Hugo López-Gatell Ramírez, subsecretario de Salud, aclaró que por primera vez en el país se enfocará el consumo de drogas desde la perspectiva de la Salud, no así el del tráfico, que seguirá el mismo esquema de persecución prohibicionista.
Despenalizar el consumo pero mantener la penalización en el tráfico, sólo provocará que el problema de las adicciones se dispare exponencialmente, lo que terminará por fortalecer a los traficantes y, en consecuencia, a exacerbar todavía más el insoportable clima de violencia que se instauró en el país desde que Felipe Calderón decidió llevar el obsoleto además de iatrogénico paradigma del prohibicionismo a los niveles de locura genocida que caracterizaron su nefasto mandato.
Todos los paliativos señalados en la conferencia de prensa de “incorporar a los jóvenes en actividades educativas y culturales para recuperar los espacios en plazas públicas; realizar campañas contra el consumo con el ridículo nombre de “Juntos por la Paz” y la intención eufónica, pero inoperante de involucrar a una serie de dependencias burocráticas en el programa, nos recuerdan la serie de tonterías que promovía Felipe Calderón “para recuperar el tejido social” y que terminaron en el rasgamiento más profundo de la sociedad mexicana en todos los tiempos.
Mientras tanto, en su entrevista con Ciro, Felipe Calderón hacía gala de un discurso perfectamente congruente con la lógica del prohibicionismo. Impecable, con términos rimbombantes, desmintiendo a López Obrador: “creamos como 300 centros de previsión de adicciones que funcionaron perfectamente hasta que este gobierno en particular le quitó el subsidio… Hicimos infinidad de campañas contra la drogadicción… Combatimos con toda la fuerza del Estado a los grupos criminales”…
En su discurso, enmarcado dentro de la lógica del prohibicionismo, Felipe Calderón es imbatible, sobre todo con el lastimosamente pobre discurso del vocero Jesús Ramírez, incapaz -por sus propios prejuicios- de salirse de esa lógica en la que se considera que “la marihuana es diabólica y envenena a nuestros jóvenes”.
El paradigma prohibicionista ignora por completo que el alcohol, el tabaco y hasta los refrescos embotellados hacen mucho más daño a personas de todas las edades que la marihuana, droga blanda con poderosos efectos tranquilizantes y que ningún estudio serio ha demostrado, por cierto, que provoque secuelas por consumo a largo plazo, por el contrario, cada vez son más los beneficios que se le encuentran para diversas enfermedades y dolencias graves.
La lógica del prohibicionismo en materia de drogas fue impuesta por Richard Nixon a finales de los sesentas para poder reprimir a los jóvenes que protestaban por la guerra de Vietnam sin ser acusado de violar sus garantías individuales.
Desde el prohibicionismo del alcohol, a principios del siglo pasado, la guerra contra las drogas ha demostrado a lo largo de la historia ser el motor más eficaz para aumentar la violencia criminal de las mafias de traficantes al mismo tiempo que lejos de abatirlos, se disparan los indicadores de consumo y tráfico, generando bandas tan poderosas que inexorablemente van corrompiendo a policías, soldados y políticos de todos los niveles, hasta el punto de controlar elecciones e imponer a candidatos que les garanticen la continuidad de uno de los negocios ilegales más ricos del mundo.
Por todas estas evidencias irrefutables, la tendencia mundial impulsada por las mentes más lúcidas de nuestro tiempo, apunta hacia la despenalización de todas las drogas.
Es increíble que mientras esa tendencia se impone en todas partes, en México, uno de los países que más ha sufrido las consecuencias apocalípticas del prohibicionismo, por su vecindad con el consumidor más grande del orbe, y bajo un gobierno que se dice de izquierda, reproduzca casi textualmente la estrategia de militarizar el combate (la guerra contra el narco) y tomar medidas retóricas para “recuperar el tejido social”, conforme a las recetas de un borracho mojigato e hipócrita que desató esta terrible tragedia que vivimos los mexicanos desde hace trece años. Increíble.
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