Se cierra el cerco alrededor de Enrique Peña Nieto. Por unos dólares más. Por Jesús López Segura / LA VERSIÓN NO OFICIAL
Carlos Urzúa, neoliberal, golpista y traicionero
Por mucho que se opone el presidente Andrés Manuel López Obrador a impulsar una acción judicial contra los ex presidentes que él mismo acusa, en el nivel meramente retórico, de graves asuntos de corrupción; por más que reitera un día sí y el otro también no estar interesado en el pasado, sino sólo en el presente y futuro de la nación; por mucho que diga “no ser vengativo”; por más que evoque el tema del “punto final” a cada pregunta de los reporteros que, siguiendo el clamor popular, le inducen a castigar a los jefes de la “mafia del poder”, parece que la tendencia reflejada en las encuestas sobre la abrumadora inclinación de los mexicanos a castigar a los más altos jerarcas del saqueo neoliberal, se va imponiendo poco a poco en el panorama político-judicial de la 4T.
Son varios los indicios de que Peña Nieto está en la mira y, quizá, en el umbral de la cárcel:
1.- En el juicio del Chapo salió a relucir que el narco lo sobornó cuando era Presidente con 100 millones de dólares.
2.- En Estados Unidos se ventila una acusación contra el ex mandatario por el escándalo de Fertinal y Agronitrogenados.
3.- El ex gobernador veracruzano preso, Javier Duarte, lo acusó por estos días de haber permitido que el ex procurador Elías Beltrán lo extorsionara con la amenaza de ir contra su familia si no se entregaba antes de las elecciones del Estado de México en las que resultó “triunfador” su primo, Alfredo del Mazo Maza y, encima, haberlo sobornado por “sentimientos de culpa”.
4.- Todos los procesos contra Emilio Lozoya ponen en la mira al ex mandatario y el caso específico del soborno de 10 millones de dólares de Odebrecht -que fueron a parar a su campaña presidencial- no sólo lo destruiría política y judicialmente, sino de pasada se llevaría entre los pies al PRI, que perdería su registro.
5.- El expresidente sale a relucir también -apunta Salvador García Soto en su columna “Serpientes y Escaleras” de El Universal, “en la decisión de la Suprema Corte de Justicia de ayer, que atrajo el caso del desvío de 250 millones de pesos del erario de Chihuahua a las campañas del PRI, por el que fue acusado el exsecretario General adjunto priista, Alejandro Gutiérrez… Javier Corral quedaría en posibilidades no solo de proceder contra Gutiérrez sino de llamar a comparecer, incluso en calidad de acusados, a funcionarios federales del gobierno peñista, incluido el expresidente, según un fallo reciente de la misma SCJN que autorizó a los gobiernos estatales a enjuiciar y acusar a funcionarios federales siempre y cuando se trate de desvío o malversación de recursos estatales”.
6.- Finalmente, y dejando atrás escándalos como el de la “Casa Blanca”, entre otros muchos, ayer Peña fue vinculado, junto con otro ex presidente (Carlos Salinas de Gortari) en el fraude cometido en la empresa Caja Libertad Servicios Financieros SA de CV que terminó con el ilustre “abogado de la mafia”, Juan Collado, en la cárcel y que sirvió entre otros presuntos delitos para financiar la campaña política del actual gobernador panista de Querétaro, Francisco Domínguez Servién.
La firme decisión del Presidente López Obrador de resistirse a la persecución judicial de sus antecesores, esgrimiendo razones de tipo pragmático, como la de “no empantanarse” en una interminable querella con sus “muy buenos abogados”, parece verse rebasada por la inercia golpista de estos mismos “jefes de la mafia” que inducen una campaña feroz en los medios hegemónicos del país, todavía bajo su absoluto control, asonada mediática a la que se sumó la traición de Carlos Urzúa y el frustrado motín de la Policía Federal, instrumentado -según asegura el analista político Alfredo Jalife– por Felipe Calderón y Genaro García Luna.
Todo indica, pues, que son los propios “mafiosos del poder” los que, en su increíble voracidad, han llevado a don Andrés a romper su promesa de no emprenderla judicialmente contra ellos, promesa que algunos maledicentes habían interpretado como un “pacto secreto de impunidad con Enrique Peña Nieto“.
Del planteamiento retórico de no perseguirlos por delitos del pasado “para no empantanarse porque tienen muy buenos abogados”, se pasa repentinamente a la acción judicial concreta de acusar penalmente y encarcelar al mejor de todos sus abogados, Juan Collado.
Y lo curioso del caso es que fueron los mismos mafiosos los que desataron su propia persecución y probable ruina, cuando se les había dado la oportunidad de colaborar con el nuevo gobierno para paliar un poco las terribles condiciones de miseria, desigualdad e inseguridad que ellos le heredaron.
Un prominente empresario del Valle de Toluca me decía ayer que al pueblo hay que darle de vez en cuando un poco de alivio populista como condición indispensable para seguirlo explotando. En esa estrategia de no matar a la gallina de los huevos de oro consistió toda la dictadura perfecta del PRI durante 70 años de alternancia interna, rota por Miguel de la Madrid al imponer a Carlos Salinas de Gortari.
Resulta muy penoso que los políticos y empresarios que piensan así sean los inteligentes.
Con Salinas se inauguró la etapa de la dictadura imperfecta, cuando los prianistas mexicanos decidieron imponer a sangre y fuego el modelo de la globalización neoliberal, pero interpretándola mal, es decir, no solo como la incorporación plena del país al libre mercado internacional en boga, sino como una licencia para el saqueo de la nación mediante la especulación financiera, primero, y el atraco descarado de las finanzas públicas y de las elecciones, en una escalada de corrupción y genocidio sin precedentes que encuentra su punto culminante en el gobierno de Peña Nieto.
Los mafiosos neoliberales y sus prestanombres no se conformaron con apropiarse de grandes empresas paraestatales como Telmex, o saquear hasta casi su destrucción a Pemex, la CFE, y muchas otras; no les satisfizo colocarse en la élite de los megamillonarios más ricos del mundo. No tienen, efectivamente, llenadera.
Quieren reventar al gobierno democrático que hace sacrificios indecibles, franciscanos para mantener con vida a la moribunda gallina de los huevos de oro, hoy en terapia intensiva. No les importa un comino asesinarla por un puñado de dólares, como diría el gran cineasta italiano Sergio Leone.
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