El PRI, ante la disyuntiva de reivindicarse o morir. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López
Con la Reforma Eléctrica, el PRI tiene la gran oportunidad histórica de deslindarse de la corrupción
En un tono pretendidamente grandilocuente, hasta con aires de indignación, Alito -o Amlito según traiga puesta la casaca de opositor o primoroso colaborador de la 4té-, trató de ganar tiempo postergando un pronunciamiento que le exige la circunstancia actual de la Reforma Energética, por el papel que le asignó el electorado de “fiel de la balanza” en la disputa genérica por la Nación.
Entre dos fuegos y sin una definición de principios, el pobre hombre no tiene la menor idea de lo que está en juego, mientras el Presidente López Obrador lo reta a que se defina por la vía histórica del cardenismo, o del salinismo, las dos versiones extremas que la dictadura perfecta del PRI puso en el espectro político nacional en el que se acomodaron, a lo largo de 70 años, los diversos proyectos de Nación (conservador o nacionalista revolucionario) durante lo que Vargas Llosa denominó la Dictadura Perfecta del PRI.
Es previsible que luego del salinazo, es decir, de que Miguel de la Madrid decidiera cerrarle la puerta a la corriente nacionalista revolucionaria -encabezada entonces por el hijo del general Cárdenas y por Porfirio Muñoz Ledo, entre otros distinguidos priistas, para sucederlo en el cargo, es decir, luego de liquidar la Dictadura Perfecta para dar origen a la “democracia imperfecta”-, todavía queden algunos priistas con esa vocación nacionalista que, por diversas circunstancias, no se animaron entonces a desertar para afiliarse al Frente Democrático Nacional, traicionado por Manuel Bartlett con la famosa caída del sistema, lo que dio origen al primero de una serie de fraudes electorales para imponer el neoliberalismo salvaje en el país.
Quizá queden algunos priistas que se avergüencen de haber impuesto una Reforma Energética peñista corrupta, lograda con sobornos, y deseen ahora enmendar su traición a la patria sumándose (aunque con algunas objeciones muy pertinentes) a la iniciativa nacionalista del Presidente que los reta, al tiempo que les abre las puertas para su reivindicación.
Quizá. Pronto lo veremos.
Lo que sí es un hecho, es que, si la mayoría priista opta por conservar su acuerdo político electorero con el panperredismo, los días del priismo estarán contados, porque las segundas oportunidades ya pasaron, las dilapidó Enrique Peña con el peor saqueo a la nación de que se tenga memoria y definitivamente el horno de la indignación nacional (que llevó a AMLO al poder presidencial) no está para bollos. ¿No cree usted?