El Mito de “la oposición”. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
La verdadera oposición surgirá de las filas del obradorismo
Los que se llaman a sí mismos “opositores al obradorismo“, es decir, los más conspicuos perdedores del prianperredismo, encabezados por los impresentables Alito, Markito y Chuchito (y tras bambalinas por Claudito), están a punto del suicidio político, en la fase terminal de una farándula “democrática” en la que han rendido una a una casi todas las plazas que obraban en su poder, hasta la culminación con la más trascendente de todas, la del Estado de México, ante la indiscutible genialidad de un personajazo sui generis, Andrés Manuel López Obrador quien, por desgracia para los más caros y preciados postulados de su llamada “cuarta transformación“, ha tenido que militarizar el país, servir de tapadera a los jefes principales de la llamada por él mismo “mafia del poder“, y desgastarse unas 3 horas diarias en despotricar verbalmente contra los corruptos que le antecedieron en el cargo, pero sin tocarlos con el pétalo de una causa judicial.
A don Andrés no le interesa encarcelarlos, prefiere mantenerlos libres fingiendo que son la oposición a su gobierno, para ponerles una arrastrada tras otra en cada elección gubernamental y muy probablemente en la presidencial del año próximo, corrompiendo a gobernadores traidores con embajadas e impunidad. Así ha construido el nuevo partido hegemónico nacional que sustituye al viejo PRI.
La genialidad del verdugo de los neoliberales salvajes consiste en haber consolidado, mediante un esfuerzo cotidiano monumental de propaganda política desde Palacio Nacional, que ya va para 5 años, lo que él llama “la revolución de las conciencias“, que no es otra cosa que haber convencido a la mitad de los mexicanos de una falacia igualmente monumental: que los líderes corruptos de los tres partidos que se adueñaron del país durante las 3 últimas décadas anteriores al 2018, mediante el saqueo, el fraude y el genocidio, no son unos cuantos que la 4té tendría que haber perseguido y encarcelado, por sus crímenes de lesa humanidad, sino millones de personas, justamente la otra mitad del electorado nacional que forman una masa amorfa, sin liderazgo, tratando de sobrevivir en sus cada vez más limitados espacios de la clase media que el priismo de los 70 años de dictadura perfecta, antes de la traición de Miguel de la Madrid, les permitieron subsistir y crecer.
La genialidad de López Obrador consiste en haber engañado a millones de hombres y mujeres de buena fe, haciéndoles creer que acabaría con la corrupción “como se barren las escaleras”, es decir, empezando con los de arriba, los ex presidentes, a quienes más bien se ha dedicado a defender, insultándolos diariamente, pero protegiéndolos, al mismo tiempo, de acciones judiciales, mediante tácticas francamente ridículas como la de que “lo suyo no es la venganza” y perogrulladas por el estilo, cuando en realidad solo encarceló a Rosario Robles por una venganza no personal, sino personalísima.
El corolario de esa genialidad consiste en maicear con pensiones y becas muy limitadas a millones de compatriotas pobres, a los que paralelamente se convence de que la clase media “aspiracionista, clasista y racista” trata de encumbrar nuevamente a los saqueadores que causaron originalmente su miseria, estrategia que le ha redituado prácticamente apoderarse de la inmensa mayoría de las gubernaturas, violando la ley electoral con actos anticipadísimos de campaña, disfrazados de puja interna por la “coordinación de los comités de defensa de la transformación” que nadie se traga, excepto el siempre domesticado INE.
La verdadera oposición formal no puede surgir de otra fuente que del propio movimiento obradorista, y podría ser encabezada por Marcelo Ebrard, una vez que lo desplacen de la candidatura de Morena con el dedazo a favor de Claudia Sheinbaum, debido a que el verdadero tapado de AMLO, quien se siente más Agusto con la canción Let it be de los legendarios Beatles, que con las rolas acomplejadas y misóginas del “Grupo Firme“, nomás no prende en las encuestas.
El único partido que ha sabido mantenerse al margen de este fenómeno de polarización artificial, fomentado desde Palacio Nacional, es Movimiento Ciudadano. Su más caro favor a Marcelo fue evitar que Juan Zepeda le intentara aguar la fiesta nuevamente a doña Delfina (despojada en el 17 por las descaradas triquiñuelas de Juanito con el Chapitas Ávila), para que una vez que el ex canciller rompa con el obradorismo por el grave problema del dedazo disfrazado, pero siga fiel a los principios esenciales de la 4té, esté en condiciones de jugarla con grandes probabilidades de éxito con el partido emergente por excelencia, manteniendo las simpatías que lo ubican en segundo lugar en las preferencias morenistas, y conquistando a las clases medias despreciadas por el obradorismo y hartas de los neoliberales salvajes de la derecha corrupta, pero también de los excesos cada vez más evidentes de don Andrés. Con todo respeto.