Por el bien de Acapulco, primero los hoteleros. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Que se sepa, la 4té no proclama ni el dedazo de género, ni la destrucción del equilibrio entre poderes
Propone AMLO a la hermana del Jefe de Gobierno, Martí Batres, y a la de la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, para ministras de la Corte. ¡Aunque usted no lo crea!
Y ya encarrerado en ese estilo personal de destruir la división de poderes, bien podría haber propuesto el mandatario a su esposa, si por casualidad la muy respetable doña Beatriz Gutiérrez fuera, en vez de doctora en teoría literaria, abogada. Así que completó la terna con su consejera jurídica.
En el ocaso de su mandato formal, Andrés Manuel López Obrador construye, a marchas forzadas, su permanencia informal en el poder, o para decirlo en términos de Clarita Brugada: su liderazgo moral o “presidencia vitalicia”. O en términos de un servidor y ahora también de Alfonso Zárate: “maximato en construcción”.
El “argumento” que les preserva de sentir culpa a los millones de fieles seguidores de don Andrés, es que no se puede consolidar una transformación nacional, de la talla del obradorismo, en solo seis años.
La dictadura de quienes juran odiar a los dictadores se justifica, o para ser más precisos, se santifica cuando el déspota en gestación, o aspiracionista a la tiranía, lo hace “en bien del pueblo que lo aclama”.
Con el mismo argumento se califica de “conservas chayoteros” a todos aquellos periodistas que nos rehusamos a comportarnos como Lord Molécula.
Y el mismo planteamiento impulsa la idea de que en un partido político solo cabe el pensamiento único, por lo que estatutariamente establece que nadie puede opinar diferente que el Führer, aunque ocupe un segundo lugar en el liderazgo, demoscópicamente comprobado, de ese partido.
Ahora bien, digo todo esto no porque sea un conservador. De hecho he reprobado sistemáticamente a políticos como Alfredo del Mazo, quien permitió no solo que su vocero usara a las mujeres más pobres del estado donde ejerzo el periodismo independiente desde hace más de 30 años, convirtiéndolas en aduladoras digitales del gobernador, como el mismo Jorge Alberto Pérez Zamudio confesó en una insólita entrevista con SinEmbargo. Y ahora me entero que don Alfredo permitió que 2 mil burócratas de su gobierno se beneficiaran con esa pensión, presuntamente destinada al decil más pobre de las mujeres mexiquenses.
No soy enemigo de la 4té, como podrían pensar algunos de sus más conspicuos representantes. Simplemente ejerzo -como muchos de mis colegas ahora demonizados- mi derecho de opinar, y lo hago inspirado curiosamente en los más caros principios de ese movimiento, que no incluyen por cierto la militarización salvaje, la destrucción del equilibrio entre poderes, el dedazo de género, la castración de la autoridad electoral, hacer senadora a la besamanos de Tecámac, y otras muchas lamentables desviaciones como aquella de que “por el bien de Acapulco, primero los hoteleros”.