Homenajea Delfina a Alfredo del Mazo González. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Todo el gabinete, legal y ampliado, se postra ante el padre de quien les cedió la plaza
Disertando el Presidente sobre los desacuerdos entre los prianistas en Coahuila (con un Markito Cortés autoexhibido como cuentachiles), presume que él siempre ha dicho que son iguales, que mucha gente ingenua pensaba que el PRI y el PAN eran distintos, y que solo el PRI era corrupto, “pero yo siempre he sostenido -remarca don Andrés– que son iguales.”
“Nosotros no somos iguales”, proclama finalmente el mandatario con rostro de satisfacción republicana, casi al mismo tiempo en que Delfina Gómez, a unos 70 kilómetros de distancia, ponía a todo su gabinete, legal y ampliado, a rendirle homenaje al segundo gobernador de la dinastía Del Mazo, en el quinto aniversario luctuoso del padre de Alfredito Tercero, reaparecido finalmente ayer, casi tomado de la mano de su sucesora a quien, dicen las buenas lenguas (las malas se quedan calladas), le cedió la plaza.
¿Qué vendrá después? ¿Homenajes a Carlos Hank González en su estatua de Paseo Tollocan, como campeón de la austeridad republicana, o a Eruviel Ávila como el chapeadito rey de la simpatía interpartidista?
Y no es que uno esté desconcertado, como los ingenuos y los maiceados, con estas obscenas muestras de travestismo político, por lo demás perfectamente lógicas y congruentes con la cesión de la plaza; o que esté en desacuerdo con las proclamas del secretario Duarte sobre la necesaria “unidad de los mexiquenses” o, más concretamente, de las fuerzas políticas mexiquenses en primorosa simbiosis entre “puros” y “pragmáticos”, sin perder un ápice su respetabilidad política.
El intenso desbordamiento mostrado por el obradorismo al tratar de imponer, fallidamente, la ratificación de Ernestina Godoy, refleja algo mucho más grande que el simple nombramiento de un fiscal “independiente”. Pone en evidencia un alto grado de interés en contar con impunidad y gozar de un instrumento eficaz para la extorsión política.
De igual forma, los exagerados apapachos al ex gobernador Del Mazo, por cuenta de un morenismo presuntamente distante de los excesos del Grupo Atlacomulco, ponen en evidencia el alto grado de agradecimiento por el hecho probable de que, sin esa graciosa cesión, la que hubiera encabezado ayer el homenaje a don Alfredo del Mazo González podría haber sido otra.
Al parecer, no será solo una embajada y prolongar el pacto nada secreto de impunidad con todo el peñismo depredador, sino que también se garantizarán -al menos hasta que don Andrés cumpla con su retiro espiritual en Palenque-, posiciones políticas y hasta ascensos a los delmacistas de corazón, ataviados con sus nada nuevos ropajes tricolores, pero con tonalidades guinda.
El hecho de que Ana Lilia Herrera no haya sido invitada, o no haya querido asistir al extrañísimo homenaje luctuoso -al que sí acudió Arturo Montiel, por cierto-, o que no haya montado un homenaje paralelo en el auditorio del PRI, como hizo Alejandra del Moral en años anteriores, aunado al desconcertante dato de que, hasta la fecha, no se le ha escuchado ningún pronunciamiento enérgico en favor de Xóchitl Gálvez, hace pensar que, guardadas las discreciones del caso, Claudia Sheinbaum cabalga por la entidad mexiquense en primoroso caballo de hacienda.
¿O estará Ana Lilia demasiado ocupada repartiendo huesos de elección popular como para preocuparse por su candidata a presidenta?