“La Mañanera no se toca”: INE. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Celebra el Presidente que los bufones del INE avalen su escandalosa y cotidiana delincuencia electoral
Quienes aspiramos (pinches aspiracionistas diría López) a vivir en un país auténticamente democrático, es decir, uno en el que grupos oligárquicos dejen de apoderarse del presupuesto nacional para hacerse millonarios y la población en general, no solo los pobres, sino también las clases medias y alta podamos elegir libremente a nuestras autoridades, vemos con profunda preocupación el rastrerismo del INE que se hace de la vista gorda ante los abusos del Presidente López Obrador, dedicado tiempo completo a bregar en favor de los candidatos de su partido, desde la tribuna matutina financiada con recursos públicos.
Luego de que don Andrés no solo no acató los continuos exhortos del INE para que deje de delinquir, sino que encima se burla omitiendo el nombre de, por ejemplo, Raymundo Riva Palacio, pero criticándolo igual con su fotografía a cuadro, y de que la candidata presidencial Xóchitl Gálvez, solicitó, en consecuencia, la cancelación temporal de La Mañanera, la consejera Claudia Zavala salió con la bufonada de “Minority Report, sentencia previa” (2002). Dijo que “prohibir las conferencias equivaldría a censurar de manera previa ‘hechos futuros’ sin tener la certeza de que pudieran ocurrir…”
Y con tales “argumentos”, clavaron un cuchillo en la espalda de quienes hace muy poco tiempo, inundaron ingenuamente las calles para defenderlos, con la consigna “el INE no se toca” contra los embates del mismo López Obrador que pretendía desaparecer el organismo y al que ahora le dan una patente de corso para que siga haciendo enteramente de las suyas.
Los muy bien pagados consejeros electorales que, se supone, deberían ser expertos en el análisis no solo del marco jurídico en materia electoral, sino en el dominio de los más elementales conceptos sobre comunicación social y periodismo, parecen estar completamente confundidos, o de plano son unos corruptos descarados, porque piensan que con el hecho de que el mandatario se abstenga de mencionar nombres de candidatos, entonces tiene vía libre para hacer proselitismo obsceno contra sus “adversarios, que no enemigos” en abstracto.
Para ellos el hecho de que López Obrador despotrique a diario contra los neoliberales, neoporfiristas, conservadores, corruptos, fifís, aspiracionistas, racistas, clasistas, pseudoambientalistas, fachos y toda la sarta de adjetivos que les cuelga, a muchos de ellos incluso mencionándolos por su nombre, sin aportar pruebas -como sería su obligación- y sin exigir a las fiscalías que los persigan por los presuntos delitos que les endilga verbalmente, no constituye el delito flagrante, perpetrado públicamente a los ojos de todo el mundo, de usar recursos públicos para incidir en el voto, en pleno proceso electoral.
¡Para mantener a esa pandilla de mercenarios nos han hecho gastar a las y los mexicanos una fortuna!