A un senador de alcanzar la mayoría calificada, Noroña recibe el pago a sus servicios

¿De quién habrá sido la idea desafortunada de poner a Gerardo Fernández Noroña al frente de la mesa directiva? ¿De AMLO o de Claudia?

¿Se supone que ese “pandillero grotesco” (como lo llama Lilly Téllez) es la mejor opción para atemperar las discusiones en el Senado de la República? ¿Para elevar el nivel del debate parlamentario? ¿Para escuchar con respeto los alegatos de la oposición, aunque luego le apliquen la aplanadora?

Supongo –y así me gustaría creer– que la idea fue de López Obrador. Anda el Supremo (Guillermo Sheridan dixit) desatado, en la agonía que significa su separación inexorable del poder, profiriendo injurias a diestra y siniestra, aparte de las habituales que endereza a diario contra intelectuales y periodistas -muy a lo Noroñas– , ahora la emprende contra organismos empresariales, embajadores y funcionarios gringos y canadienses, y a todo aquél que ose criticar su esperpento de “reforma judicial”, al fin que ya se va y la que tendrá que pagar el pato de semejantes berrinchitos infantiles será su sucesora, lo que a don Andrés parece importarle un cacahuate, encaprichado como está en ejercer su mandato hasta el último minuto, si no es que, el muy optimista, intenta prolongarlo unos añitos más.

Noroña coordinará la mesa directiva del Senado

Doña Claudia ya tiene la mayoría asegurada para hacer y deshacer con el país lo que le venga en gana (nótese que evito usar la expresión de la intelectual de la CONADE). Todo gran poder, sin embargo, implica una gran responsabilidad, como le advirtieron al Hombre Araña. Esperemos que prive en ella su formación en la Facultad de Ciencias de la UNAM más que la influencia de su padrino, porque el segundo piso de la 4té tendrá que construirse en los hechos y no en las fantasías de un hombre que muchos creen todavía bien intencionado.

Con el tiempo encima ¿dónde quedó el mejor sistema de Salud del mundo? ¿Y el Internet para todo el país? ¿Y la pacificación “atacando las causas”? ¿Y los cien mil desaparecidos? ¿Y los 200 mil muertos? ¿Y los chicos de Ayotzinapa? ¿Y el “no somos iguales”, pero completamos nuestra mayoría calificada en el Senado con mercenarios traidores?

Reclaman a AMLO falta de medicamentos

¡Claro que no son iguales! Con todos sus gravísimos asegunes, ningún presidente prianista se atrevió a militarizar el país en la proporción que lo ha hecho este tierno amante del “pueblo uniformado”.

La única esperanza es que los militantes de Morena que simpatizan con los planteamientos legítimos de la verdadera transformación que requiere el país –no los oportunistas que se acomodan en cualquier color partidista–, tomen conciencia y empiecen a enderezar un barco que navega hoy en sentido exactamente contrario a los principios más elementales que dicen defender. Se lo deben al país. A sus hijos. A sus nietos.