Los cárteles, utilizando el terror y la amenaza, desafían abierta e impunemente al Estado

Al Grano. Por Jesús López Segura

La reciente violencia en diversas regiones de México muestra la intensificación de enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y grupos criminales, revelando una preocupante escalada en las tácticas de los cárteles. En Sinaloa, la detención de Edwin Antonio Rubio López, “El Max”, resultó en un choque entre el Ejército y al menos 30 sicarios, dejando 19 muertos. La Presidenta Claudia Sheinbaum, justificó la respuesta militar señalando que las fuerzas armadas actuaron en defensa propia tras ser agredidas, en un caso donde la Sedena se encargará de la investigación preliminar.

Simultáneamente, en Tecpan de Galeana, Guerrero, un enfrentamiento entre facciones criminales derivó en ataques contra una base militar y en la muerte de 16 personas, de las cuales 14 fueron catalogadas como “agresores”. Este suceso evidencia la creciente impunidad con la que operan grupos delictivos en áreas rurales, llevando a la militarización de estas regiones. Imágenes de vehículos con las siglas del CJNG difundidas en redes sociales exacerban el temor entre la población civil.

Vehículos con las siglas CJNG atemoriza a habitantes de Tecpan en Guerrero

Mientras tanto, en Guanajuato, el uso de coches bomba por parte del Cártel de Santa Rosa de Lima (CSRL) en Acámbaro y Jerécuaro plantea una amenaza aún más alarmante. Según el experto en seguridad David Saucedo, este tipo de ataques, calificados como “narcoterrorismo,” buscan presionar a las autoridades locales para colaborar o tolerar su presencia en la región. La incapacidad de las autoridades federales y estatales para detectar estas tácticas muestra un fallo crítico en inteligencia y coordinación.

Explotan coches bomba en Acambaro y Jerécuaro

Estos eventos reflejan una crisis de seguridad en México, donde las promesas gubernamentales de proteger los derechos humanos y evitar enfrentamientos no logran frenar la violencia ni controlar el territorio. La estrategia militar no solo enfrenta limitaciones, sino que también expone una preocupante tendencia: los cárteles, utilizando el terror y la amenaza, desafían abiertamente al Estado, mientras las comunidades quedan atrapadas en una lucha donde la impunidad y la violencia extrema son la norma.