Ministros de la Corte renunciarán ¡para obtener su pensión! AL GRANO. Por Jesús López Segura
Propone Alcántara Carrancá elegir solo a los ministros, magistrados electorales y de “disciplina”
En tono de burla -al estilo de AMLO– la Presidenta Sheinbaum se refirió esta mañana al artículo de Ciro Gómez en Excélsior en el que señala, en forma en extremo escueta, que los 8 ministros rebeldes de la Corte son “la última línea de defensa de una civilización”.
Con una sonrisa apenas dibujada en el rostro, doña Claudia decía ¿civilidad? ¿Cómo dijo? ¡Ah, civilización! y agregaba lo que argumentaron Noroña y Monreal al respecto: que renuncian porque quieren completo su haber de retiro (como marca la propia reforma del Poder Judicial) y que fue el pueblo el que votó por la elección democrática de jueces, magistrados y ministros, por lo que la propuesta de Juan Luis González Alcántara Carrancá (tuvieron que soplarle el nombre completo) en el sentido de eliminar la elección por voto popular de jueces de Distrito y magistrados de Circuito, es a todas luces una aberración, porque un ministro no puede desconstitucionalizar lo ya constitucionalizado, por mucho que se crea un gran constitucionalizador… y otros divertidos trabalenguas que le confecciona su asesora jurídica para exhibirlos, como su exquisita vestimenta, en la mañanera del pueblo.
Lo cierto es que todo indica, para infortunio de conservadores de derecha (como Ciro Gómez) y críticos independientes (como su servilleta) que los ministros rebeldes, los 7 magníficos que renunciarán hoy mismo (por acuerdo previo con Adán Augusto –la mano que mece la hamaca de Palenque)–, más el otro que termina su periodo a finales de noviembre, han decidido claudicar en su encomienda de cuidar el marco constitucional que les fue encomendado, y para lo que se les ha pagado un gran fortuna, demostrando lo que son, pero también lo que no son:
1.- No son héroes dispuestos a defender un marco constitucional que la 4té ha decidido derrocar de un plumazo, violando todas las reglas civilizadas del debate legislativo, y aplicando a raja tabla una mayoría calificada espuria, a diferencia de lo que se intentó en el Estado de México, con Mauricio Valdés a la cabeza, es decir, crear un nuevo marco constitucional con amplísima participación de expertos en todos los temas y de la sociedad en su conjunto.
2.- Son y siempre han sido la “Tremenda Corte“, un grupo de incondicionales que encabezan la farsa de un Estado de Derecho inexistente, sobre la cual se ha fincado un régimen de partido de Estado, presuntamente democrático, para conservar los privilegios de la clase dominante, dentro de la cual destacan precisamente los ministros.
Ojalá de veras la renovación total del Poder Judicial fuera acompañada por una renovación total de fiscalías y ministerios públicos para que el pueblo eligiera entre prospectos postulados por la academia y no por los poderes constituidos. Quizá ello podría sanear de corrupción a un Poder que ha sido, a lo largo de décadas, un organismo opresor de los pobres y benefactor de los poderosos. Un Estado de Chueco, como acertadamente lo definía AMLO, mientras mantenía en su sarcófago al fiscal florero, sacado hoy a orear en la mañanera del pueblo.