Presidente interino del Poder Judicial, un discípulo de Humberto Benítez. AL GRANO. Por Jesús López
El Eruvielismo: el arte de perpetuar el poder en el Estado de México
Cuando creíamos haberlo visto todo, el “Eruvielismo” nos demuestra que la política mexiquense siempre tiene espacio para nuevas maniobras que aseguren la continuidad de un estilo de control más que cuestionable. Fernando Díaz Juárez, magistrado forjado bajo la tutela de Humberto Benítez Treviño —sí, el célebre padre de #LadyProfeco—, ha sido designado presidente interino del Poder Judicial del Estado de México, asegurando que la sombra de Eruviel Ávila se extienda hasta septiembre de 2025.
La trayectoria de Díaz Juárez no podría entenderse sin su mentor, Benítez Treviño, un hombre cuya carrera pasó de la cúspide del poder a los escándalos más bochornosos. ¿Recuerdan cuando Benítez fue destituido como titular de la Profeco por las travesuras de su hija en el famoso caso de Máximo Bistrot? Aquel episodio, más que una lección de ética, parece haber sido un simple intermedio antes de que Eruviel Ávila lo rescatara del ostracismo, otorgándole un cómodo puesto, en medio de cariñosos apapachos académicos, al frente del Colegio Mexiquense.
Díaz Juárez, fiel discípulo, siguió los pasos de su maestro, escalando puestos gracias a su lealtad más que a su mérito. Desde ser secretario particular de Benítez hasta convertirse en magistrado en 2016, su carrera es el ejemplo perfecto de cómo la política mexiquense recompensa la obediencia incondicional, ya sea liderada por el PRI durante casi una centuria, o ahora por Morena.
Con el respaldo del saliente Ricardo Sodi y probablemente con el del senador Higinio Martínez, Díaz Juárez asume el control interino del Poder Judicial, dejando en claro que la reforma judicial local, que promete la elección popular de jueces y magistrados, está en manos de un aparato profundamente enraizado en el Eruvielismo, es decir en una de las múltiples formas del priismo saltimbanqui más corrupto y simulador.
¿Una reforma judicial progresista? Tal vez en el papel. Sin embargo, el hecho de que la nueva presidencia interina dependa del respaldo de los mismos actores que han controlado el aparato judicial durante décadas sugiere un sesgo partidista difícil de ignorar, aunque no debemos olvidar que la Legislatura local se reservó la facultad de remover al presidente interino si obstaculiza la implementación de la reforma, lo que podría ser el as bajo la manga del Delfinismo leal para preservar en la entidad las mejores intenciones de la controvertida Reforma Judicial.
Mientras tanto, Díaz Juárez promete colocar “a los mexiquenses en el centro de la administración de justicia”. Una declaración tan noble como reciclada, que deja a la opinión pública preguntándose si esta reforma judicial será un verdadero avance democrático o simplemente otro capítulo de la novela en la que los mismos de siempre siguen decidiendo el destino de todos.
La entrada en vigor de la reforma judicial debería ser motivo de celebración, pero bajo estas condiciones, es difícil no verla con escepticismo. En el Estado de México, parece que los cambios no se diseñan para empoderar al ciudadano, sino para perpetuar el control de quienes llevan años jugando el mismo juego. ¿Podremos esperar una justicia realmente imparcial en estas circunstancias? Solo el tiempo, y tal vez los próximos escándalos, nos lo dirán.