Todo le perdona la gente a López Obrador. Meade y Zavala, en el sótano de las preferencias: Por Jesús López Segura / La Versión no Oficial
El repentino silencio de Ochoa Reza y la rendición de la plaza mexiquense
https://youtu.be/SpWXuVVdBCI
La encuesta de El Universal (ahora con Berúmen y Asociados para evitar suspicacias sobre eventuales conflictos de interés) le concede a López Obrador una ventaja de 20 puntos porcentuales sobre el candidato oficial, José Antonio Meade (con 42% contra 21.9% de las preferencias). Meade fracasó en su intento de desplazar a Ricardo Anaya en la segunda posición. Es arrojado a un, al parecer, definitivo y lejanísimo tercer lugar, a diez puntos porcentuales del panista, con todo y la virulenta campaña mediática y de la PGR para descalificarlo como presunto delincuente de cuello blanco, campaña que algunos piensan tenía la intención oculta de hacerlo crecer, por el desprestigio irrecuperable de sus detractores, como finalmente ocurrió.
Quizá por ello Enrique Ochoa Reza, el dirigente nacional del PRI, cesó repentinamente su cruzada para desmentir a la mayoría a de las encuestas. Muy dicharachero, Ochoa rezaba su rosario en cuanto medio de comunicación se lo permitía, destacadamente Ciro Gómez Leyva en “Por la Mañana“, en el sentido de que Meade ganaría con el 40% de los votos y que hay encuestas (patito, como la del Heraldo de México) que lo ubicaban muy cerca de López Obrador y arriba de Anaya. Pero el destino los alcanzó y alguien lo convenció de que calladito, se ve más bonito el panorama desastroso y prácticamente irremontable de su candidato.
El priismo parece estar bajando la cortina. El silencio de Ochoa Reza, su dirigente nacional y la declinación de Ernesto Nemer para asumir un papel protagónico en el trascendente proceso electoral vigente, donde se renovará aparte de la Presidencia de la República todo el aparato municipal y legislativo del Estado de México, el último bastión del priismo peñista. Nemer parece haber renunciado a su función como dirigente del PRI en el Estado de México, y rinde la importante plaza ante el abrumador arrastre del lopezobradorismo, pero también por la irrelevancia del “Plan B” de su partido para la Presidencia: la absoluta inutilidad de Margarita Zavala (con 5% de las preferencias según la misma encuesta).
La última esperanza de los prianistas neoliberales (en el poder desde hace 3 décadas), es que Andrés Manuel López Obrador “el peor enemigo de sí mismo”, la cajetee al final de la campaña -la cruzazulee dice el insufrible vocero de la nueva derecha mexicana, David Páramo-.
Pero los enemigos del “populismo” como ellos llaman a la corriente que se preocupa más por la gente que por los indicadores macroeconómicos impuestos por los organismo financieros internacionales, parecen no haberse dado cuenta de que López Obrador ya la cruzazuleó en repetidas ocasiones, pero es tal el repudio de la gente por el peñismo, que parecen perdonarle al candidato de Morena cualquier cosa, incluso que sea superado previsiblemente en los 3 debates donde seguramente Ricardo Anaya repuntará de manera peligrosamente significativa, por sus evidentes cualidades discursivas.
López Obrador la regó cuando habló a la ligera de amnistiar a criminales. Debió haber sido cuidadoso y puntual explicado que perdonaría a campesinos humildes y jóvenes sin oportunidades de estudio y de trabajo que caen en manos de delincuentes.
López Obrador la cruzazulea cuando dice que echará para atrás la obra del aeropuerto, sin acompañar sus advertencias con análisis serios de por qué lo plantea. Hace mal en amenazar con echar abajo la llamada “Reforma Educativa” del peñismo, sin explicar cuáles específicamente son sus fallas y qué modelo educativo se amoldaría mejor a las necesidades de los mexicanos. Pero todo se lo perdona la gente.
Andrés Manuel López puede decir cualquier cosa, incluida una grave tontería y el electorado lo amnistiará porque las promesas que hicieron los prianistas que presuntamente le robaron las elecciones anteriores, cuando lo retrataban como “un peligro para México” fueron incumplidas. La gente está harta del prianismo y no habrá poder humano, legal o ilegal, que pare el curso de nuestra historia, el cual apunta irremisiblemente a un triunfo electoral de López Obrador. Sólo matándolo -como dijo el ex Jefe Diego sobre Anaya– podrían frenarlo. Allá ellos si quieren soltar al tigre.
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