Evo sale de México y Trump nos premia con T-MEC y pausa en declaratoria de narcoterrorismo. Por Jesús López Segura / LA VERSIÓN NO OFICIAL
Defiende López Obrador a productora de montajes de García Luna que trabaja en Presidencia
En política nunca hay casualidades. Solamente causalidades. El activismo político de Evo Morales, desplegado desde México, con la gran autoridad moral del Presidente López Obrador respaldándolo incondicionalmente, molestaba mucho a un Donald Trump que se había desvivido en elogios para nuestro mandatario, tantos, que sólo Ciro Gómez Leyva le llevaba la cuenta, no por afición estadística, sino porque cada guayabazo del güero copetudo a nuestro presidente le caía al vocero de la nueva derecha mexicana -y líder visible de la asonada mediática contra López-, como un balde de agua fría. Por eso llevaba la cuenta.
No es de extrañar que el comes y te vas a Cuba, aplicado a don Evo Morales con extrema discreción, coincida plenamente con dos eventos trascendentales que urgían a México: la pausa de Trump para declarar como terroristas a los narcotraficantes mexicanos -lo que le abría las puertas a un intervencionismo militar directo en nuestro territorio- y la repentina luz verde al tratado de Libre Comercio T-MEC, largamente postergada.
El pretexto de la salida de Evo a la isla caribeña como escala de su arribo definitivo a Argentina, donde ya se instaló su familia, en el sentido de que “iba a ver al médico” no se lo traga ni Mauricio Macri. Era mucho más fácil que el doctor cubano de cabecera de don Evo hubiera hecho una visita domiciliaria en México.
De ahí quizá que los argentinos, enterados de la farsa mexicana, hubieran decidido revivir el vergonzoso episodio -ya superado- del embajador mexicano robándose un libro en Buenos Aires, ocurrido -según columna de Raymundo Riva Palacio- el pasado 26 de octubre, “cuando Ricardo Valero ya había sido perdonado y regresado a su puesto por la Cancillería”.
“El escándalo de Valero hay que verlo con cuidado, no en cuanto al hecho delictivo, sino sobre el porqué de una información reciclada se ha desbordado”, apunta Riva Palacio.
“Cuando el 26 de octubre se robó el libro de ‘El Ateneo’, sucursal de la famosa librería argentina… no se le sentenció por tener inmunidad diplomática, pero tampoco se mantuvo en sigilo. En aquella ocasión, al hacerse público el robo, la Secretaría de Relaciones Exteriores lo llamó y Valero se presentó en la Cancillería para dar explicaciones. Les parecieron suficientes en su momento, porque regresó a sus actividades normales”.
“El video filtrado a Infobae, un portal argentino con presencia en México, cambió el metabolismo del caso y prácticamente fue la sentencia para el cese. ¿Qué sucedió en cuestión de semanas?”, se pregunta Riva Palacio en su columna “Estrictamente Personal”, de El Financiero.
Según don Raymundo -un analista con muy buena información, pero mal digerida y peor “metabolizada” por su obsesión anti López-, la filtración de los argentinos fue promovida por “fuego amigo” al interior de Relaciones Exteriores, por una suerte de “rebelión contra Marcelo Ebrard” por cuenta de los diplomáticos de carrera desplazados con activistas políticos.
Lo que revela la filtración argentina -en mi modesta opinión- es más bien un interés de alguien en ese país -que dará refugio a Evo Morales sin usarlo como moneda de cambio con los gringos- de poner en su exacta dimensión la baja calidad diplomática de una administración mexicana con ínfulas de “estradista” y “estadista” radical, previamente traicionada por los gobiernos de Fox y Calderón.
Criticado hoy por servir de policía fronterizo a los intereses reeleccionistas de Donald Trump, el Carnal Marcelo podría ser señalado como encubridor de un acto de lacayismo respecto de Evo Morales, similar al “comes y te vas” aplicado por el Güero Castañeda al comandante Fidel Castro, en ese entonces para no disgustar a George Bush Jr.
En tal caso, se cumpliría la profecía de que don Andrés Manuel López Obrador, tan hábil políticamente como es, habría estado usando a Marcelo como fusible para lidiar con el intratable Donald Trump, sin manchar su plumaje. Ya veremos.
Por lo pronto, donde empieza a hacer agua la “inquebrantable honestidad valiente” del mandatario, es en el tema de su rudeza verbal contra los corruptos neoliberales del pasado, contrastando con su defensa incondicional de sus propios engendritos de corrupción, en el presente. A los casos conocidos de Bartlett y Yeidckol, entre otros, se suma hoy el de la productora Azucena Pimentel, realizadora del famoso montaje de Genaro García Luna con la ciudadana francesa Florence Cassez y el mexicano Israel Vallarta, preso desde hace 14 años sin que se le condene formalmente.
Resulta que la productora de ese montaje, Azucena Pimentel, ahora es parte del equipo de producción de las conferencias mañaneras del presidente López Obrador y de otras actividades informativas de especial interés en Palacio Nacional y el Presidente la defiende a capa y espada sugiriendo que varios libros, medios y periodistas “la podrían estar calumniando, como me han calumniado a mí mismo”. Como si fuera muy difícil determinar si ella participó o no como productora de ese delito de simulación televisiva.
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