jueves, diciembre 5

Deberíamos expulsar del país al Ta’tarado Martino. Por Jesús López Segura

Es él el enemigo infiltrado y no Messi, como piensa erróneamente el Canelo Álvarez
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Es él el enemigo infiltrado y no Messi, como piensa erróneamente el Canelo Álvarez

Si hubiéramos perdido frente a Argentina en buena lid, sería el primero en reconocer la gran calidad de Messi y del otro jugador que logró vencer al extraordinario portero Guillermo Ochoa. Pero definitivamente Martino cargó los dados en forma escandalosamente obvia en favor de sus compatriotas y, así, el triunfo de los sudamericanos no vale un cacahuate y deberían reconocerlo, si tuvieran un poco de dignidad.

El Ta’tarado jugó sin centro delantero durante todo el primer tiempo y luego metió a un muy disminuido Raúl Jiménez. Sospechosísimo ¿no?

Edson Álvarez, el crac que no dejó respirar a la estrella polaca Robert Lewandowski -al que Memo Ochoa le paró el penal en el partido anterior- fue excluido del equipo y Martino metió a Néstor Araujo, el torpe defensa responsable indiscutible, evidente, de varios goles en nuestra contra durante los partidos de “preparación”. Más que sospechoso.

Mantuvo el Ta’tarado a un lento e inseguro Héctor Herrera -que ya no es ni la sombra de lo que era- y puso a un ratoncito en la media cancha en el segundo tiempo -de nombre Eric Gutiérrez me parece- que se la pasó en el piso y al que bailaron en el área para clavarnos el segundo gol.

¿Puede haber una señal más clara de que el argentino Martino presentó una alineación favorable para que Messi hiciera de las suyas?

Pero la evidencia mayor de su traición fue sacar del partido en el segundo tiempo al mejor jugador mexicano, Hirving ‘Chucky’ Lozano, el que mayores probabilidades tendría de haber marcado un gol si se le hubiera mantenido en la cancha, pues es de los pocos a los que Martino no le pudo romper el espíritu durante la larga etapa de preparación que no fue otra cosa que recaudar fondos en partidos en los que lejos de conformar un equipo, rotaba a los jugadores permanentemente, haciéndolos dudar de su jerarquía y de su capacidad, lo que resulta un veneno mortal para deportistas formados en el típico autoritarismo familiar y escolar que priva en México.

Mandar a la banca a Lozano equivale a que el técnico de la selección argentina hubiera sacado en el segundo tiempo a Messi, algo impensable en una selección que piensa en ganar y no en hacerle un favor ¿inconsciente? a sus compatriotas “rivales”.

No pienso que El ‘Chucky’ alcance el nivel de Messi o de Cristiano Ronaldo, o de las grandes estrellas del pasado como Pelé, Maradona, Eusebio o Hugo Sánchez, pero definitivamente es, junto con el Tecatito Corona, nuestro mejor jugador actual y sacarlo del partido crucial contra Argentina es una traición de nuestro empleado -muy bien pagado por cierto- que por su condición de argentino hace doblemente sospechosa su estúpida actuación frente a su país de origen.

Una alineación mexicana que hubiera incluido a Lainez, Tecatito, ‘Chucky‘, Edson, Carlos Vela y el Chicharito, entre otras grandes estrellas que olvido por el momento, muy probablemente hubiera goleado a un equipo argentino que, fuera de Messi, deja bastante que desear y por eso fue vencido por Arabia Saudita, a quien probablemente le ganaremos, pero difícilmente por 3 goles de diferencia con este equipo del Ta’tarado.

Junto con el Canelo Álvarez, a muchos mexicanos nos indignó ver a Messi, en su vestidor, patear, efectivamente, una camiseta tricolor, pero la indignación mayor debería ser contra los dueños mexicanos del balón que fueron lo suficientemente infames como para haber mantenido en el puesto a un entrenador que nunca se cansó de demostrar su incompetencia y terminó traicionándonos para favorecer a sus paisanos.

A Emilio Azcárraga y compañía les salvó el pellejo que a don Andrés Manuel López Obrador le vale madres el futbol. Lo suyo es el beisbol, y por eso los apátridas dueños del balón siguen manejando el deporte nacional por excelencia como sus calzones. El Canelo, producto cien por ciento Televisa, prefiere amenazar con madrear a Messi y no a los verdaderos culpables de nuestra desgracia futbolera.

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