Delfina y Ale, dos proyectos de país. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
A una semana (non sancta), ni sororidad, ni propuestas inteligentes, y sí mucho despilfarro
No creo que Alejandra del Moral y Delfina Gómez sean muy conscientes del papel que los jerarcas, hombres, de sus respectivos grupos de poder partidista, les están haciendo jugar.
En los ochenta, Miguel de la Madrid decidió acabar con la alternancia interna del PRI que se tradujo, durante 7 décadas, en la “dictadura perfecta“, para dar paso a la imposición (en acuerdo con Estados Unidos) de una dictadura imperfecta, a fin de impulsar y consolidar el neoliberalismo salvaje (con fraudes electorales incluidos) que duró la mitad de ese tiempo, tres décadas, para dar paso, a su vez, a lo que parece una reacción histórica inexorable: la dictadura (también imperfecta) del nacionalismo revolucionario del viejo PRI, aliado con la izquierda, a partir del 2018: El PRIMOR, pues.
Será casi imposible que la enjundiosa Ale logre superar la inalcanzable ventaja que le saca doña Delfina en las preferencias de la masa, reflejadas claramente en las encuestas de todos los colores y sabores. Ale va prácticamente sola, mientras Delfina se monta en los hombros del político más popular que ha tenido México en muchos años. Está coucheada, además, con extremo cuidado, por los enviados de don Andrés (Horacio, Mario y una veintena de gobernadores) y por el líder indiscutible de la izquierda mexiquense, Higinio Martínez.
¿A quién tiene Ale?: al excarcelero Eric Sevilla, con quien compartió la triquiñuela de la cada vez más desteñida tarjeta rosa de un mandatario ausente que llegó al poder por obra y gracia de Juan Zepeda, también retirado del escenario para abandonar a Del Moral completamente a la mano de Dios, rodeada por peñistas de cepa que están ahí no para ayudarla, sino para vigilar, celosamente, que no se vaya a pasar y viole un acuerdo de cesión de la plaza cada vez más evidente, so pena de que caiga, ahora sí, la mano de la justicia sobre los sobrevivientes del mítico Grupo Atlacomulco.
Claro que los “periodistas” que extienden la mano para recoger algo de las migajas que quedan del despilfarro tremendo en propaganda callejera y medios nacionales, juran que Alfredito del Mazo Tercero es un gran demócrata convencido de la sana distancia, la misma sana distancia que mantuvo respecto de la gente durante todo su agonizante reinado.
No importa cuánto estén divididas las tribus del morenismo mexiquense. No importa que (a los ojos de quienes manejan el capital lingüístico y cultural de la clase dominante) Delfina sea arrastrada por la muy avispadita Ale en los debates. Nada podrá detener el inexorable triunfo de don Andrés en la entidad con el mayor número de votantes y el presupuesto más grande, para usarnos el año próximo en la inminente imposición de su clon Adán Augusto en la Presidencia, con Ricardo Monreal como jefe de Gobierno, Claudia Sheinbaum como secretaria de Gobernación y Marcelo jugando a la verdadera oposición desde Movimiento Ciudadano.
Los nacionalistas revolucionarios expulsados del PRI en los ochenta consolidan su revancha de una o dos décadas, para realinear a México con China y Rusia en la inminente Guerra Tibia, antes de que se restaure otra larga dictadura perfecta que dé juego a la saludable alternancia real en el poder presidencial para enfrentar el desastre del cambio climático que ya nadie puede detener.