¿Les vamos a financiar préstamos a hoteleros? LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López S.
Anuncia AMLO plan de 20 puntos para la reconstrucción de Acapulco, con 61 mil millones de pesos de inversión pública
El Presidente López Obrador anunció esta mañana su plan para reconstruir Acapulco, consistente en 20 puntos en los que se involucran 61 mil millones de pesos (como un estimado inicial) de inversión estrictamente pública, es decir, con dinero de nuestros impuestos.
Del anuncio con bombo y platillo del Presidente, se deduce que no se presionó la colaboración de los hoteleros, restauranteros, antreros y demás millonarios (muchos de ellos afiliados a fastuosas cadenas internacionales) que se han enriquecido durante décadas de explotar a trabajadores humildes del puerto y pueblos circunvecinos, ensuciando las otrora paradisiacas playas con la mierda de sus negocios y acaparando el agua en sus piscinas, mientras los pobladores originarios padecen de sed.
Luego de especificar la ayuda directa a la gente, como adelantar un bimestre las pensiones y becas, préstamos de 25 mil pesos, una cama, una estufa, un refrigerador y una vajilla a cada familia damnificada (¿cabrán todos en una cama?), y otros estímulos para empleadores, como no pagar impuestos durante seis meses y beneficiar a 4 tiendas departamentales para distribuir millones de despensas, don Andrés suelta, en el punto número 15 de su plan, la bomba informativa: Hacienda pagará la mitad de los intereses que les cobren los bancos comerciales a 377 hoteleros, por préstamos para la reconstrucción de sus superlucrativos negocios.
En su conjunto, la banca comercial asentada en México tuvo ganancias, tan solo el año pasado, por 236 mil 743 millones de pesos, lo que AMLO celebra frecuentemente como uno de los logros de su Gobierno. ¡Casi 4 veces la inversión con la que se planea reconstruir Acapulco!
Sé que el Presidente López y su huestes de incondicionales y fanáticos se podrían molestar con este comentario, porque parecen jarritos de Tlaquepaque, pero ¿quién carajos les autorizó usar dinero de nuestros impuestos para ayudar a los hoteleros que, como los del “Princess“, pusieron a sacar lodo de su lobby a los trabajadores, antes de permitirles ir a ver si sus familias sobrevivieron el embate del huracán?
¿Qué la banca no puede conceder -por una vez en su usurera vida- préstamos libres de intereses para la reconstrucción de sus amigos hoteleros y dueños de restaurantes de lujo y discotecas, muchos de los cuales tienen también intereses en la banca?
Habría que calcular cuánto de esos 61 mil millones se llevarán los bancos en pagos de intereses, pero me temo que la suma podría superar lo que se gaste en despensas, camas y vajillas que les serán compradas, por añadidura, a los mismos empresarios de Chedraui, Walmart, Soriana y Comercial Mexicana que también podrían tener fuertes intereses en la banca. Negocio redondo a costillas de nuestros impuestos.
Y para acabarla de “retrejuncir de al tiro” (como dice mi compadre), todavía don Andrés se puso a alardear, en dos ocasiones, que Hacienda tiene en “la caja chica” 600 mil millones de pesos en efectivo para lo que hiciera falta, comentario imprudente propio de los nuevos ricos que muy probablemente ahuyente toda la ayuda internacional que ya se perfilaba.
Interrogado sobre si los cuarteles que piensa establecer en todas las colonias y poblados con más de mil habitantes en Acapulco y Coyuca de Benítez (destinando 250 elementos de la Guardia Nacional a cada cuartel) van a ser temporales o permanentes, el mandatario responde de inmediato: “No, no. Hasta que se normalice la situación”.
Como de costumbre, los periodistas que acuden a la Mañanera, casi todos cortados con la misma tijera que “Lord Molécula“, quien hoy por cierto se arrojó nuevamente a los pies del mandatario -que sonreía satisfecho- leyéndole la “calaverita” más rastrera de la historia, fueron incapaces de preguntarle algo elemental:
¿Y qué debemos entender con volver a la normalidad?, porque antes del huracán, “la normalidad” no solo en Acapulco, sino en todo Guerrero y buena parte del resto del país, era el reinado de la extorsión y la muerte.