¡Ni un centavo presupuestal para Acapulco, ni para la superfarmacia, ni para el sistema danés de Salud!

¿De dónde pensará sacar el presidente López Obrador las fortunas que se requieren para cumplir sus promesas de levantar Acapulco, construir la farmacia más grande del mundo, y lograr en unos meses transformar el ruinoso sistema de Salud mexicano en el mejor del planeta, incluido el de los países nórdicos, y todo ello para marzo o abril del año próximo, cuando hasta su incondicional diario La Jornada publica hoy mismo que México es el país con el gasto en salud más bajo en la OCDE, con una cifra que equivale a menos de una cuarta parte del promedio de la organización?

¿Del Tianguis Turístico del propio devastado Acapulco, o de los fideicomisos incautados al Poder Judicial?

¿De los 600 mil millones de pesos que asegura, “sin presumir”, tiene guardados en la caja chica?

Vaya usted a saber, porque del presupuesto de egresos aprobado para el 2024 por quienes todos pensábamos eran también sus “incondicionales” diputados de Morena, no se va a poder.

¿Será que ya saben estos pícaros legisladores que el Jefe nada más hace promesas en la Mañanera solo para mantener encandilados a sus millones de fieles seguidores en lo que se acaba la encomienda no de gobernar, sino de revolucionar las conciencias?

¿Será que él mismo les ordenó, bajita la mano, dejar sin dinero todos esos nobles propósitos de su humanista administración, para después autoexculparse invocando la sana independencia del contrapeso legislativo?

Y si es cierto, como jura y perjura en su Mañanera, que tiene a su disposición 600 mil millones de pesos para usarlos discrecionalmente, e incluso asegura contar con presupuesto ilimitado para Acapulco ¿qué está esperando don Andrés para resolver los gravísimos problemas que hay en el país, sobre todo en materia de inseguridad pública creciente?

México cuenta con el gasto por habitante más bajo en salud entre los países de la OCDE, mil 181 dólares, cantidad que no sólo equivale a menos de una cuarta parte del promedio de la organización, que alcanza casi los 5 mil dólares, sino que también se cuenta por debajo de economías latinoamericanas, como Colombia y Costa Rica que, respectivamente, ocupan el segundo y tercer escaño, apunta el diario que mayor cantidad de dinero en publicidad recibe del gobierno obradorista, La Jornada.

En la mayoría de los países de la OCDE ha disminuido la mortalidad de menores de 1 año, pero en América Latina y El Caribe todavía es alta. México tiene la segunda tasa de mortalidad infantil más elevada de los países de la región que son miembros, con 13.8 por 1,000 nacidos vivos. En contraste, el promedio de la OCDE es de cuatro muertes por 1,000 nacidos vivos. Se trata de muertes evitables, causadas por diarrea, enfermedades respiratorias crónicas o desnutrición que demandan mejores servicios básicos de salud.

“La mayoría de las muertes en América Latina no se deben a la falta de acceso, es porque la gente acude a los servicios de salud y recibe una atención de mala calidad”, explica Federico Guanais, director adjunto de la División de Salud de la OCDE, quien agrega que la inversión en salud en México representa el 5.4% del Producto Interno Bruto (PIB), pero el promedio de la OCDE es de 8.8%. Además, de ese total, 47% proviene del bolsillo de las familias.

En contraste, solo el 24% del gasto en salud de países de la OCDE es privado, el resto es gasto público. A medida que los países aumentan su gasto en salud crece su esperanza de vida, un indicador en el que el país también se queda atrás. México tiene 75 años de esperanza de vida, cinco menos que el promedio de la OCDE, de 80 años.

Ante semejantes retos, solo alguien francamente hipnotizado por discursos repetitivos y demagógicos podría creer que el mandatario mexicano se toma en serio muchas de sus promesas, cuando ni siquiera se preocupa por hacerlas viables mediante el único mecanismo posible: el presupuesto de egresos. Con todo respeto.