Cerrar filas con Sheinbaum, ¿la única opción? LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
¿Y si doña Claudia ha estado representando el único papel que le garantizaba la candidatura?
Sus detractores y ella misma con su actitud, han logrado sembrar la idea de que Claudia Sheinbaum es un títere de López Obrador. Una discípula incondicional, obediente y sumisa, incapaz de contravenir los deseos de su mentor. Una grabadora que reproduce textualmente cada dicho, cada ocurrencia de don Andrés, por disparatada que pueda resultarle a una mujer inteligente y científica como ella.
La humillación de haberle quebrado el bastón de mando este fin de semana parece corroborar la percepción de que el Presidente consolida cada día las piezas para imponer un maximato desde Palenque.
¿Pero qué tal si la discípula superó al maestro en el arte de la distracción?
¿Qué si Claudia dejó atrás al hermano, al clon tabasqueño de López, Adán Augusto, mediante el arte insuperable de hacerse pasar por una rémora?
Andrés Manuel López Obrador, el político opositor más importante del México contemporáneo, que logró la hazaña de romper la dictadura perfecta prianista en nuestro país, ha decepcionado a muchos como gobernante, sobre todo en el área sensible de la Seguridad Pública, rubro en el que arroja ya resultados desastrosos, apocalípticos, con más de 170 mil asesinatos dolosos, y contando.
Sus méritos son muchos, pero sus desaciertos también. Entre estos últimos destaca su desprecio a las clases medias, a los periodistas independientes y su sumisión absoluta ante la oligarquía mexicana, representada por personajes a los que él mismo llamaba “la mafia del poder” como candidato, pero ante los que se ha puesto de rodillas como Presidente.
A quienes impulsamos su triunfo y lo apoyamos en los primeros años de su mandato, pletórico de claroscuros y tintes inconfundibles de gatopardismo evidente, no nos hace ninguna gracia su anhelo de establecer un maximato, una dictadura “purificada de izquierda”, pero dictadura al fin.
Pensábamos que Monreal y/o Marcelo tendrían los tamaños para acotar esa sed insaciable de poder que ha envenenado a un hombre originalmente bien intencionado como don Andrés, pero ninguno de los dos dio la talla ante semejante reto histórico.
De la oposición formal prianperredista no podría esperarse nada y la mejor prueba es que hasta su candidata, Xóchitl Gálvez, reniega de ellos en lapsus declarativos que ponen en evidencia lo que verdaderamente piensa, especialmente del impresentable Alito.
En el Estado de México, entidad clave para la sucesión presidencial, el priismo que dominó casi un siglo está tan destartalado por la traición de Alfredo del Mazo que incluso los perdedistas (sic) prefieren navegar solos. De ese tamaño es la debacle del otrora partidazo.
Poco se puede esperar de un jovenzuelo tan ambicioso como Samuel García que se presta a servir de esquirol para los intereses de AMLO, invocando un “movimiento ciudadano” prácticamente inexistente.
Así que solo queda, a mi modesto entender, esperar que doña Claudia resulte más hábil que don Andrés y lo mande a disfrutar un merecidísimo descanso en cuanto tome las riendas del poder y rectifique cuanto antes el gravísimo error de haber militarizado (peor que Peña y Calderón) la Seguridad Pública del país, entre otras rectificaciones urgentes, como la de impulsar las energías limpias, conforme lo acaba de prometer.
Para que la cuña apriete, tiene que ser del mismo palo.