Milei es un facho: AMLO. López Obrador es patético, lamentable, repugnante: Milei
Con todo respeto, los argentinos se clavaron un autogol. No estoy de acuerdo con gobiernos racistas: AMLO
LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Nuestro presidente “seductor”, como llama Jorge Zepeda Patterson a Andrés Manuel López Obrador (por el reclamo que le expresó el Presidente Biden -en un tono diplomático de broma-, por quererle bajar a su mujer), invoca con demasiada frecuencia la “Doctrina Estrada“, reconocida como el paradigma quizá más civilizado de la política exterior, consistente básicamente en promover “la solución pacífica de las controversias entre naciones” y respetar la soberanía de los pueblos, es decir, el no injerencismo en los asuntos internos de otros países.
Y digo que “demasiada” frecuencia porque don Andrés no suele confirmar, en los hechos, sus grandilocuentes proclamas verbales.
¿Qué tiene que ver la Doctrina Estrada con andar detractando, desde La Mañanera en México, elecciones en Perú, Bolivia, Colombia y ahora Argentina?
Con razón la profesional de la diplomacia, Alicia Bárcena, se lanzó a felicitar al señor “mi ley”, contraviniendo drásticamente el discurso presidencial, lo que fácilmente podría costarle el puesto ¿y con ello la oportunidad para que regrese el hijo pródigo, Marcelo Ebrard, como canciller y luego a la embajada que despreció el saltimbanqui Alejandro Murat?
Si alguien duda del divorcio salvaje entre lo que promete López Obrador y la realidad, que escuche su discurso de esta mañana en el que reitera su solemne promesa de que:
“En marzo vamos a tener el mejor sistema de Salud Pública del mundo. Aunque se burlen mis adversarios y sus voceros ¡y gratuito!… Y por eso esta bodega, con equipos de refrigeración de lo mejor, al mismo tiempo va a ser un almacén y una farmacia, para que no falte ningún medicamento. Y vamos a terminar de desmontar todo un oneroso negocio, una tremenda corrupción que había con la compra de los medicamentos, una robadera de estos conservadores. Por eso no simpatizo con ellos, porque son muy corruptos. De repente tengo que hablar con ellos por alguna razón, y ando cuidando la cartera. Pero lo peor es que son muy hipócritas… se sienten superiores, de sangre azul y desprecian al pueblo”.
¿Cómo carajos piensa don Andrés, con todo respeto, que en unos meses va a pasar de un sistema de Salud prácticamente en quiebra, al mejor de todo el mundo? ¿Con una bodega convertida en farmaciota en Huehuetoca?
Dice Raymundo Riva Palacio (pero también un reportaje de El Universal) que hay muchas similitudes entre Donald Trump, Jair Bolsonaro, Javier Milei y ¡Andrés Manuel López Obrador!
A quien le resulte sacrílego hacer estas comparaciones, le invito a leer “Psicología de Masas del Fascismo” de Wilhelm Reich (el discípulo maldito de Sigmund Freud), donde el gran psicoanalista –que llevó la técnica terapéutica desarrollada por Freud a sus últimas consecuencias con el “análisis del carácter”, la “vegetoterapia” y finalmente la “orgonterapia”–, rompe con el prejuicio que suele asociar al fascismo con la derecha, y expone el concepto de “el fascismo rojo” de Stalin, es decir, “de la izquierda”.
Reich, para quienes no lo conocen, fue plagiado por el famosísimo Erich Fromm en su libro “La Función del Orgasmo“, que Fromm castró en “El Arte de Amar“.
Básicamente Reich explica el fenómeno del fascismo como la expresión política de las “tendencias secundarias” de masas que crecen en ambientes autoritarios desde la familia, la escuela y el trabajo, donde la capacidad creativa y crítica de los individuos es anulada para dar paso a la sumisión autoritaria.
Lo mismo en familias patriarcales que inhiben a sus miembros a fin de que abracen un sistema político contrario a sus más elementales intereses, que en sistemas escolares que privilegian el aprendizaje memorístico y enciclopédico en lugar de fomentar la creatividad y el disfrute del conocimiento, que en sistemas laborales que tienden a castrar a los trabajadores más creativos en aras de una jerarquía burocrática que termina por aplastar cualquier iniciativa innovadora y lúdica.
David Cooper, el más famoso antipsiquiatra, plantea en “La Muerte de la Familia” el mecanismo mediante el cual los miembros más inteligentes y libres de toda familia autoritaria y patriarcal son convertidos en “chivos expiatorios” del sistema, a fin de afianzar en los demás miembros, la idea errónea de que rebelarse contra el orden establecido por las clases dominantes es imbatible. La propia familia se encarga de que al chivo expiatorio le vaya mal en la vida, a fin de autoafirmarse en la idea de que rebelarse ante el sistema invariablemente termina por destruir al infractor.
Esa es la forma en que la inmensa mayoría de la sociedad racionaliza su propia cobardía de actuar en forma decidida contra políticos que les mienten y los explotan, y se dejan seducir fácilmente por sus inverosímiles promesas.
“Tendencia secundaria” es la que desarrollan los individuos cuando su “núcleo biológico” es traicionado desde que nacen y son recibidos con una nalgada, luego circuncidados -los hombres- y víctimas de ablación (clitoridectomía) cada vez menos mujeres afortunadamente, pero al final regañados y, a menudo golpeados por padres y madres que deberían amar a sus hijos incondicionalmente.
El niño que tiene que sufrir que sus padres y maestros lo maltraten, desarrolla una tendencia a mandar al inconsciente todo aquello que le hace sufrir y a aparentar ante la sociedad -que así dicotomiza su mente-, que todo está bien. Pero Freud descubre que es el inconsciente (el iceberg que solo deja ver una punta de conciencia) el que determina su conducta.
Casi todos los individuos que crecen en una sociedad autoritaria, patriarcal y represora de la sexualidad de adolescentes y mujeres, desde hace unos 5 mil años -cuando los machos se decidieron a acabar con el matriarcado-, crecen con esa dualidad de un núcleo biológico “bueno” -por naturaleza- que añora expresar su profundo amor por sus padres y buenos maestros, por su mujer y sus compañeros de escuela y de trabajo, en lo que constituyen sus tendencias básicas “primarias”, lo que es impedido por todas la decepciones almacenadas en el inconsciente, que le hacen desarrollar “tendencias secundarias” en las que odia a sus padres, crea el hábito del bullying en las escuelas y una competencia feroz y desleal en el trabajo improductivo.
Una suerte de diálogo perpetuo, en el infierno del inconsciente, entre Maquiavelo y Montesquieu.
El fascismo se concreta con líderes capaces de apelar a esas tendencias secundarias, con grandilocuentes discursos de odio, sean fascistas rojos, como Stalin, o clásicos como Hitler.
Plantean verdades a media que seducen a las masas a dar rienda suelta a sus tendencias secundarias de odio que en una sociedad más o menos civilizada tienden a mantenerse sujetas y controladas por restricciones legales y morales, generalmente con muy pobres resultados, lo que anima a los fascistas a desatar sus impulsos no bondadosos y naturales del núcleo biológico, sino a los destructivos y cargados de resentimiento guardados durante largo tiempo en el inconsciente.
¿Qué puede tener en común AMLO con los abiertamente fascistas Milei, Bolsonaro y Trump?
Por lo pronto, ha sido Xóchitl Gálvez la que manifestó su regocijo por el triunfo electoral de Milei, confundida -quizá como buena ingeniera pero con muy pobre formación en teoría política-, con la idea errónea de asociar el fascismo solo con la derecha.
Celebro que Claudia Sheinbaum, la casi segura próxima Presidenta de México, disienta de Milei, pero me preocupa mucho la simpatía que muestra nuestro presidente ante Donald Trump.
También sus tendencias compulsivas hacia la militarización del país y su rechazo no explícito, pero rechazo al fin, hacia la despenalización del aborto y de la marihuana, a pesar de que el paradigma del prohibicionismo -compartido incomprensiblemente con Calderón– ha demostrado ser el principal responsable de la tragedia del genocidio en México.
Me horroriza que don Andrés, con todo respeto, desprecie explícitamente a las clases medias y elogie la capacidad de las familias mexicanas para mantener en su seno, hasta edades muy avanzadas, a sus hijos, en lugar de promover un sistema económico que les permita, como en cualquier nación desarrollada, formar sus propias familias. También me decepciona que quiera usar las escuelas no para el aprendizaje gozoso de la ciencia y el arte, sino para el adoctrinamiento ideológico.
Todo ello y su odio extremo a los periodistas críticos y a las instituciones que tienden a paliar el abuso del Ejecutivo sobre el resto de la sociedad y los demás poderes, son características que muy bien podría compartir Andrés Manuel López Obrador con Javier Milei. ¿No cree usted?