Impensable una Mañanera sin AMLO. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Para bien de ella y del país, no creo que Sheinbaum sea capaz de proferir a diario toneladas de mentiras
Una Mañanera sin AMLO es como una Corte sin bufón. Una guajolota sin bolillo. Un tamal sin chipilín. Quien piense que ese ejercicio madrugador es, en realidad, una “conferencia de prensa”, está más perdido que los escoltas del Mayo Zambada en su frustrada reunión con el gobernador Rocha Mayo, perdón Moya.
La Mañanera es el principal instrumento de la “Revolución de las conciencias” que Andrés Manuel López, y solo él, ha sido capaz de promocionar con éxito para mantener perfectamente convencidos a millones de fanáticos de los más mitos que realidades de la cuarta transformación. Y, con todo respeto para doña Claudia, ¡no cualquiera!
Para ser el conductor principal de ese divertido programa de entretenimiento y parodia política, se requieren cualidades excepcionales, la principal de ellas, a no dudarlo –aparte de una sorprendente habilidad para la improvisación–, una cara tan dura que sea capaz de encubrir toneladas de mentiras amparadas en “otros datos”, fantasmagóricos y abstractos. ¡Y no cualquiera!
Se requiere también un guionista tan perverso como Chucho Ramírez, que pueda aglutinar a una pandilla de cortesanos lamebotas del corte de Lord Molécula (sin, necesariamente, el bigotito) para hacerle segunda al mandatario cuando se arme de paciencia para soportar las bocanadas de aire fresco de Reyna Haydee Ramírez y la hagan aparecer como una insoportable chiva expiatoria.
Hay que ver las sonrisitas del par de lacayos sentados hoy detrás de ella, un hombre canoso y una joven frustrada por su propia cobardía de actuar en manada, burlándose de la enorme valentía y dignidad de Reyna Haydee al confrontar con un aplomo sorprendente al “Supremo”, como le dice Guillermo Sheridan al “Mesías Tropical”, como le dijo Enrique Krauze a don Andrés, para darse cuenta de que el día que se la tope en la calle –ya sin su ejército de aduladores–, al pobre hombre que usa a la periodista como ejemplo de que en su conferencia matutina “impera la libertad”, se le va a derrumbar su apariencia de estoicismo fingido.
Decir que Claudia Sheinbaum no tiene capacidad para reproducir La Mañanera de AMLO no es un insulto, al contrario, es un gran elogio, porque significa que no puede mentir en la forma sistemática en que lo hace don Andrés, ni eludir preguntas con la misma cantaleta de su presunto amor por los pobres, justo a los mismos que ha abandonado a manos de la delincuencia. No puede, ni debe, dividir a los mexicanos entre los que lo adoran como si fuese el Creador y quienes lo criticamos por su conservadurismo brutal en los aspectos esenciales por los que lucharía la verdadera izquierda, por sus mórbidas obsesiones castrenses, su aprecio por dictadores repugnantes como Daniel Ortega y Nicolás Maduro, y un larguísimo etcétera sobre el que su lambiscona Corte matutina tiene prohibido preguntar.