Charco, perdón Chalco, se ahoga: Inundaciones, negligencia y promesas incumplidas
“Yo les pagué a mis compañeros para que votaran por Morena… ¿y qué han hecho?”, reprochan a Delfina Gómez
Lo que comenzó como una visita protocolaria de la Gobernadora del Estado de México, Delfina Gómez, a las zonas inundadas de Chalco, se transformó en una escena de tensión y reproches, exponiendo la frustración acumulada de los vecinos ante lo que consideran negligencia gubernamental, reportan Eduardo Cedillo y Natalia Vitela en Reforma. La gobernadora Gómez, en su segundo recorrido por la zona luego del desastre, fue recibida por un aluvión de críticas de habitantes cansados de promesas vacías y de una situación que parece no tener fin.
El escenario en Chalco es desolador. Alrededor de 2,000 viviendas y 7,600 personas han sido afectadas directamente por las inundaciones, las cuales han sumergido en aguas negras calles y hogares de al menos nueve colonias. La respuesta gubernamental ha sido insuficiente, y la desesperación de los vecinos quedó patente cuando uno de ellos, en un momento de indignación, increpó a la Gobernadora con una frase cargada de resentimiento: “Yo les pagué a mis compañeros para que votaran por Morena… ¿y qué han hecho?”
El problema de Chalco no es nuevo, pero la magnitud de la crisis actual ha evidenciado la falta de planeación y la mala ejecución de obras públicas. La raíz del problema, según las autoridades, reside en un drenaje obstruido por basura y una obra inconclusa: el Colector Solidaridad, que lleva un avance del 40% desde que se inició en noviembre de 2022. Este colector, que debería desahogar 7,000 litros por segundo de aguas residuales y pluviales, es la promesa pendiente que podría haber mitigado los daños que hoy sufren 150,000 habitantes.
El alcalde de Chalco, Miguel Gutiérrez, intentó calmar los ánimos durante una reunión con damnificados, destacando un acuerdo con la Gobernadora para reactivar las obras del colector. Sin embargo, sus palabras no lograron acallar la rabia de una población que ha visto cómo las inundaciones empeoran año tras año, alcanzando zonas que antes estaban a salvo. “Cada vez va aumentando más”, comentó Felipe López, un locatario que, como muchos otros, ha tenido que abandonar su negocio.
La respuesta oficial ha sido criticada por su lentitud y falta de recursos. Raúl Rodríguez, presidente del Consejo Consultivo del Agua, no dudó en señalar que el problema es estructural: “Muchos sistemas colectores o drenajes están obsoletos… es necesario repararlos y actualizarlos”. Esta obsolescencia, sumada a la mala gestión de residuos por parte de la ciudadanía y la falta de inversión pública, ha creado una tormenta perfecta que tiene a Chalco bajo el agua.
Las imágenes de la Gobernadora caminando por calles anegadas, rodeada de vecinos enfurecidos, son un reflejo de la desconexión entre las autoridades y la realidad que viven los habitantes de Chalco. Mientras la Gobernadora pedía “confianza”, los colonos se organizaban para sobrevivir, repartiendo víveres y utilizando lanchas como único medio de transporte en un paisaje que, por semanas, ha sido más acuático que urbano.
María de la Luz, una profesora que dedicó su vida a la educación y al servicio comunitario, tuvo que abandonar su casa, ahora inundada, para refugiarse con una amiga. Como ella, cientos de personas han visto cómo su patrimonio y su tranquilidad se ahogan bajo el agua, mientras esperan una solución que parece lejana.
La crisis de Chalco no es solo una cuestión de desastres naturales. Es el resultado de una cadena de decisiones políticas fallidas, de promesas incumplidas y de una infraestructura que no ha sido capaz de soportar la presión. La pregunta que queda en el aire es si, esta vez, las autoridades cumplirán con sus compromisos o si Chalco seguirá siendo un ejemplo más de cómo la negligencia y la falta de planificación –independientemente del color del partido gobernante– pueden hundir a una comunidad.