Roberto Gargarella, vaca sagrada del Derecho Constitucional, despotrica contra la Reforma Judicial
“Quien está violando la Constitución y sobrepasándose en sus funciones es la Corte”: Sheinbaum
LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
El jurista argentino Roberto Gargarella –una de las más destacadas eminencias internacionales en Derecho Constitucional— advierte sobre las graves implicaciones de la reforma judicial impulsada en México bajo la administración de Claudia Sheinbaum, señalando que ésta representa un desafío sin precedentes a nivel mundial en términos de violación a la independencia judicial y principios constitucionales fundamentales. Según Gargarella, el desacato del gobierno mexicano a una eventual sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que declare inconstitucional la reforma, podría llevar al país a un “quiebre” con el sistema interamericano y los tratados internacionales de derechos humanos.
Gargarella subraya que la reforma judicial, defendida vehementemente por Sheinbaum tras la salida de López Obrador, amenaza la separación de poderes y pone a México en el centro de la atención internacional. Organismos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Corte Interamericana y la Comisión de Venecia ya han manifestado su preocupación ante este retroceso en materia de derechos humanos y justicia, nunca antes visto incluso en países con experiencias autoritarias.
El proyecto de sentencia del ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá, que será votado por el pleno de la SCJN, intenta encontrar una solución equilibrada a esta crisis, anulando ciertas disposiciones de la reforma mientras respeta la coyuntura política. Para Gargarella, esta propuesta representa una salida jurídica “inteligente” y cuenta con un amplio respaldo de la comunidad académica internacional. Sin embargo, si el gobierno continúa con su “carrera enloquecida” de imponer reformas que anulan el control constitucional sobre cambios en la Constitución, la estabilidad democrática y la institucionalidad mexicana podrían sufrir daños irreparables.
Entrevistado por Proceso, Gargarella también subraya la importancia de este conflicto para toda América Latina, advirtiendo que la consolidación de la reforma mexicana podría convertirse en un precedente negativo para otros países de la región, donde ya existen tendencias autocráticas que buscan erosionar las bases democráticas mediante reformas que aparentan ser legales.
Por su parte, en el mismo día en que la Corte delibera sobre la constitucionalidad de la controvertida reforma judicial, la presidentA Sheinbaum (Guillermo Sheridan dixit) parece profundamente preocupada, no por una posible violación a la Constitución, sino por el insólito atrevimiento de la Suprema Corte de hacer su trabajo. ¿Cómo es posible que los ministros se atrevan a revisar una reforma que, según ella –y sus asesores patito–, ya tiene el “sello de aprobación” de la mayoría del pueblo bueno y sabio? ¡Qué arrogancia la de la Corte!, que se atreve a decidir si algo es constitucional o no, como si esa fuera su función. ¡Y qué impertinencia de los periodistas que le preguntan a ella sobre ese asunto, y no a la Corte que está violando la Constitución y sobrepasándose en sus funciones”!
En un despliegue de lógica irrefutable, Sheinbaum sostiene que cuestionar la reforma es una ofensa directa a los casi 36 millones de personas que votaron por el proyecto de nación. No importa que esos votos no fueran específicamente para la reforma judicial ni para disolver la independencia del poder judicial; esos detalles son meras nimiedades para la presidentA. ¿Por qué la Corte insiste en revisar reformas aprobadas, en su visión, “democráticamente”? ¿Por qué?
Según sostiene Sheinbaum entre risitas nerviosas, cualquier intento de invalidar la reforma es un insulto a la soberanía popular.
“No m´hija, podrás ser una gran científica, pero de Derecho no conoces la o por lo redondo”, le ha dicho a la señorA presidentA la espléndida abogada, censurada por cierto en YouTube, Natalia Torres.