Las piezas de la confrontación se siguen acomodando. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
La oposición, feliz con la estrategia de desmilitarizar la guerra contra el narco, ¿pero AMLO y sus halcones?
Suena ingenuo pensar que el expresidente López Obrador va a quedar muy satisfecho con la regresión que significa la reforma propuesta por Claudia Sheinbaum sobre Seguridad, habida cuenta de la obsesión del exmandatario por dejar esas tareas en manos de los militares, con los desastrosos resultados, por cierto, de 250 mil muertos y desaparecidos, lo que deja al obradorismo, hoy por hoy, como la administración más sanguinaria de la historia en México.
Poner la nueva estrategia de Seguridad en manos de un civil, devolviendo la coordinación general de esa estrategia a la Secretaría de Seguridad Ciudadana y permitiendo que esa institución controle la inteligencia del país, como pretende Sheinbaum -para regocijo desde luego, de los opositores-, supone que el monumental esfuerzo de la 4té, en su primer piso, para dejar esas atribuciones en manos exclusivas de las fuerzas armadas, lo que desató la feroz disputa con el Poder Judicial, constituye un legado perfectamente desechable en el segundo piso de la misma “transformación”.
Hoy por la mañana, la PresidentA tuvo que dar explicaciones de por qué su madre, la científica Annie Pardo, fue puesta en la mira de quien estaba a cargo del espionaje gubernamental en los tiempos en que fue despedida del Politécnico por su participación en el movimiento estudiantil del 68, nada menos que Javier García Paniagua, padre del secretario García Harfuch, a su vez nieto del general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa con Gustavo Díaz Ordaz.
Hay alguien por ahí y no precisamente en las filas opositoras –felices con la estrategia claudista de desmilitarizar el combate contra la delincuencia– muy molesto y con el suficiente poder como para insertar en la primera plana de un diario de circulación nacional la “noticia” del espionaje de hace medio siglo contra la madre de la PresidentA. Ese alguien impidió que García Harfuch fuera el jefe de Gobierno capitalino porque lo detesta además por haber sido colaborador de su villano favorito, Genaro García Luna.
Ese “alguien” no es otro que quien se echó a las élites militares al bolsillo y controla, a través de sus esbirros Adán Augusto y Ricardo Monreal, la supremacía constitucional, es decir, la capacidad de instrumentar reformas constitucionales a modo sin posibilidad alguna de rechazo. Y ese mismo personaje, Andrés Manuel López Obrador, resulta estar muy preocupado porque su “amigo” Trump está por ratificar a Marco Rubio como el Secretario de Estado de su inminente gobierno.
“Me alegra ver que el presidente mexicano, que ha entregado secciones de su país a los cárteles de la droga y es un apologista de la tiranía en Cuba, de un dictador asesino en Nicaragua y de un narcotraficante en Venezuela no estará en EE.UU. esta semana”, tuiteó el senador el 7 de junio, después de que López Obrador anunció que no asistiría a la Cumbre de las Américas en Los Ángeles en 2022 porque el anfitrión, Estados Unidos, no invitó a todos los países del hemisferio al no incluir a Cuba, Venezuela y Nicaragua.
AMLO llegó al poder por la vía institucional del voto, a través de la larguísima construcción de un liderazgo de tipo carismático con rasgos inequívocos de un populismo sui géneris, aunque de manera pacífica y relativamente democrática. Ya instalado en el poder y a punto de dejarlo, tomó la decisión de desmantelar las instituciones de las que se sirvió en esa primera fase y rompió con el equilibrio de poderes, con la mira puesta en imponer la continuidad de su movimiento, ya con alcances de liderazgo internacional en la nueva conformación geopolítica que se avecina, por cualquier vía que se haga necesaria.
Es un hombre convencido de que tiene un papel trascendental que jugar en la historia del país y la región. Para ello cree contar con las fuerzas armadas mexicanas, la mayoría del pueblo de México y los principales líderes del narcotráfico mundial, a quienes protegió y “abrazó” no solo en México sino en países como Ecuador.
Su precario estado de salud podría obligarlo a tranquilizarse y permitir que Claudia Sheinbaum intente con una nueva estrategia de confrontación con los criminales, pacificar el país, aunque lo dudo, porque apenas con matices diferentes al calderonato, esa estrategia seguirá estando envenenada por el nefasto paradigma del prohibicionismo, diseñado por Richard Nixon en los 70s para reprimir a los jóvenes que protestaban por la Guerra de Vietnam.
Pero la edad avanzada y su precaria salud también podrían animar a don Andrés a apresurar sus febriles alucinaciones. Ya veremos.