Demagogia ambiental y simulación política en Toluca. AL GRANO. Por Jesús López Segura

Ricardo Moreno y su errática política de tránsito enfocada a ganar popularidad
El alcalde de Toluca, Ricardo Moreno, ha convertido la gestión del tránsito y el medio ambiente en un ejercicio de demagogia y protagonismo, implementando medidas arbitrarias que poco contribuyen a resolver los problemas estructurales de la movilidad y la contaminación en la ciudad.
Primero, suspendió las infracciones de tránsito durante los primeros meses de su administración con el argumento de “aliviar la carga económica de los ciudadanos”. Sin embargo, esta decisión solo fomentó la impunidad vial y ahora, en un giro repentino, reactiva las sanciones con operativos selectivos, enfocándose, por ejemplo, en la verificación vehicular, mientras ignora otras fuentes evidentes de contaminación.
El operativo de verificación vehicular se presenta como una medida ambientalista, pero en la práctica es una estrategia de control arbitrario que castiga a quienes no han cumplido con un trámite burocrático, sin necesariamente atacar el problema real de la contaminación. Si la intención fuera mejorar la calidad del aire, la prioridad debería ser la detención de vehículos ostensiblemente contaminantes, independientemente de si cuentan con un holograma de verificación o no, y vigilar estrechamente a las fábricas altamente contaminantes de la zona.
Este enfoque punitivo y superficial contrasta con las recomendaciones de especialistas, quienes advierten que estrategias como el “Hoy No Circula” no tendrían los mismos efectos en Toluca que en la Ciudad de México, debido a diferencias en infraestructura y movilidad. Además, destacan que la contaminación en la región proviene de múltiples fuentes, como el transporte de carga y las quemas agrícolas, problemáticas que la administración municipal elige ignorar.
El gobierno de Moreno Bastida, lejos de buscar soluciones efectivas, parece más preocupado por generar titulares y aparentar un control que en realidad no tiene. Mientras tanto, los ciudadanos enfrentan medidas contradictorias que no resuelven ni la crisis ambiental ni los problemas de tránsito, sino que solo refuerzan la simulación de un gobierno que privilegia el espectáculo sobre la eficacia.
Si en realidad estuviera preocupado este funcionario por la contaminación ambiental en la capital mexiquense, se abocaría de lleno a resolver el gravísimo problema de los baches y evitaría prohibir el estacionamiento de vehículos en zonas hospitalarias y de oficinas gubernamentales que implican una altísima concentración de vehículos que se ven en la necesidad de circular en vueltas interminables por el acoso policial.