jueves, noviembre 6

Agreden sexualmente a Sheinbaum en la narices de sus guardias. AL GRANO. Por Jesús López Segura

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¿Alguien le envía inequívocos mensajes a la Presidenta sobre lo fácil que sería retirarla del escenario?

Dudé en incluir en este modesto análisis las imágenes del tocamiento que recibió —increíblemente “sin darse cuenta hasta que le mostraron el video”, según comentó la Presidenta Sheinbaum en su mañanera— cuando la escuché, muy indignada, exigir una disculpa al diario Reforma por haber publicado dos fotos alusivas en su primera plana. Dijo que no piensa denunciar penalmente al medio, pero lo exhibe públicamente porque, según ella, “se trata de una revictimización”.

Lo curioso del caso es que doña Claudia no dice nada de Proceso, por ejemplo, que no solo publica la misma foto que Reforma en la nota respectiva, sino el video donde se aprecia cómo el supuesto borrachín se le acerca por detrás, le pasa el brazo derecho por la cintura, le planta un beso en el cuello y luego le sube la mano izquierda hasta tocarle el pecho, momento en el que ella reacciona —y, con una paradójica sonrisa de oreja a oreja— le retira la mano. Tampoco menciona a los muchos otros medios que difundieron la imagen. Solo la emprende contra Reforma. ¿Por qué?

El jefe de sus escoltas o ayudantes —o como les llame a quienes supuestamente la protegen— retira con mucha cortesía al abusador, pero de inmediato le permite volver a acercarse a la Presidenta, quien nuevamente le regala su gran sonrisa de fotografía.

Tres días antes, a pesar de los 14 guaruras de la Guardia Nacional que supuestamente protegían al presidente municipal de Uruapan, Carlos Manzo, sicarios se le acercaron sin ningún obstáculo en la plaza pública y lo masacraron a balazos.

Un presunto borrachín se aproxima con la misma facilidad a la Presidenta de México, en la plaza pública, y el inepto encargado de protegerla no solo permitió que la agredieran sexualmente, sino que encima no tuvo problema en que el sujeto se le acercara de nuevo, mientras la víctima —distraída, según su propia versión— no se dio cuenta de lo ocurrido hasta que le mostraron el video. Pero la proeza de su equipo de seguridad no acaba ahí: dejaron libre al sujeto, y no fue sino hasta que volvió a agredir a otras mujeres, en el mismo lugar, que finalmente lo detuvieron.

Es la segunda amenaza indirecta que sufre la mandataria mexicana en el corto lapso de tres días. Alguien le ha hecho saber que el alcalde que le pidió auxilio durante meses fue asesinado con la inequívoca intención de generarle un grave problema de imagen y poner en jaque su inútil política de seguridad pública.

¿Pero qué es lo que provoca realmente la indignación de la mandataria? ¿Que un individuo la haya tocado sin su consentimiento en plena plaza pública, ante la apatía imperdonable de quien debía cuidarla? No. Lo que la enfurece es que Reforma haya publicado las fotos que exhiben, con crudeza, el colosal fracaso de su aparato de seguridad y la exponga a la maledicencia.

El mensaje no puede ser más claro. Como decía en mi editorial de ayer, alguien le manda recados a la Presidenta para que rectifique la actuación de García Harfuch contra los criminales amigos de su antecesor y dejen de balconear al “hermano” (jefe de La Barredora) y al hijo (Andy López Beltrán) del Señor de Palenque. Le muestran a la mandataria -tan distraída como anda obsequiando sonrisas catatónicas- lo fácil que sería retirarla del escenario sin necesidad de esperar la revocación de mandato.

¿Segunda llamada… Segunda?

P.D. La hipótesis planteada aquí se formula como una genuina muestra de solidaridad con la mandataria, muy alejada, por cierto, de la hipocresía de los neochayoteros lambiscones.

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