Quita la visa EU al investigador oficial del Huachicol Fiscal, Alex Tonatiuh Márquez Hernández
Que ahora se descubra que Alex Tonatiuh Márquez Hernández —el “investigador” oficial del huachicol fiscal en aduanas— se queda sin visa para entrar a Estados Unidos, por presunto enriquecimiento ilícito y vínculos con empresas fachada y narcotráfico, no puede interpretarse como un hecho aislado ni como una persecución diplomática caprichosa.
La medida, desatada a escasos dos días de la ratificación de la nueva fiscal “claudista”, Ernestina Godoy, revela con ruda claridad la intención de Donald Trump de seguir aplicando manita de puerco a la administración Sheinbaum. O, al menos, de marcar territorio frente a la posibilidad de que la operación —desaseada, por cierto— para deshacerse del fiscal florero Alejandro Gertz, haya sido ejecutada en acuerdo entre AMLO y Sheinbaum, ya sea por las filtraciones que habrían salido de la Fiscalía o como parte del eterno forcejeo por el poder que se libra desde Palenque.
Todo parece indicar, por ahora, un acto de emancipación política de la Presidenta respecto del presunto maximato, habida cuenta de la inclusión, en la terna final, de la obradorista pura Luz María Zarza, a manera de atenta deferencia, y las acaloradas discusiones en el Senado entre Adán Augusto y Alejandro Esquer, entre otros indicios del presunto forcejeo entre Sheinbaum y AMLO.
La inmensa mayoría de los comentócratas (Sheinbaum dixit), es decir, la prensa crítica de la 4T, insiste en la lamentable fábula constitucional de la “autonomía e independencia” de la Fiscalía General. Como hasta los niños de primaria saben, Ernestina es a Claudia lo mismo que Robin a Batman —por no decir García Harfuch—: subordinación total, sin eufemismos.
¿Por qué entonces estos mismos analistas jamás se escandalizaron por la inexistente autonomía de Gertz Manero? Su única independencia fue el patético y voluntario sometimiento al capricho presidencial y a sus pleitos familiares, como se sabe hasta en las guarderías infantiles.
Los analistas en general, con excepciones heroicas como el maestro Alfonso Zárate, padecen una ceguera cómplice: son incapaces de asomarse al drama que atraviesa Sheinbaum, acorralada por la pandilla de obradoristas compulsivos que aún controla los resortes esenciales del poder. Son tan duros con ella como nunca se atrevieron a serlo con López, ni con sus antecesores neoliberales.
Y quienes todavía creen que la oposición —en la que abundan mediocres oportunistas, ávidos por chapulinear hacia Morena— será la que detenga al régimen en las urnas, viven un dulce autoengaño. Honrosísimas excepciones, como el asesinado Carlos Manzo; Lilly Téllez, Ricardo Anaya, Guadalupe Acosta, Alessandra Rojo de la Vega… luchan valientemente en la peligrosa arena del posicionamiento ideológico, o se la rifan en sus puestos en favor de la ciudadanía, como el alcalde de Metepec, Fernando Flores.
La única posibilidad real de evitar que México termine convertido en una Nicaragua o Venezuela es arropar a Sheinbaum en su lucha por emanciparse de López Obrador. Una ruptura empujada por millones de ciudadanos hartos del obradorismo salvaje, es decir, de su tendencia a acumular el poder hasta los bordes de una tiranía.
Eso implica apoyar a la mandataria para que destierre a los políticos que, por una irracionalidad histórica aún por estudiar, decidieron aliarse con los criminales para hacerse del poder. Todo ello financiado, en gran medida, por el fraude más grande de todos los tiempos: el huachicol fiscal.
Y por eso resulta tan sintomático que Horacio Duarte —el hombre de absoluta confianza de AMLO en la operación del huachicol fiscal desde el control de las aduanas—, se haya convertido de la noche a la mañana en un entusiasta porrista de Claudia Sheinbaum. Desde Chimalhuacán incitó ayer al acarreo para la concentración del próximo sábado en el Zócalo, como queriendo congraciarse con la nueva fiscal y asegurar asiento en el próximo reparto de poder.
