Desafortunado lema de campaña de Alejandra del Moral. Por Jesús López Segura
“Hoy no hay nada más valiente que ser priista”, dice dando pie a interpretaciones contrarias
Quizá lo que doña Alejandra del Moral ha querido expresar con la exposición propagandística de un ambiguo y peligroso lema de campaña, centrado en la palabra “valiente“, fue que se requiere mucho valor para admitir los gravísimos “errores” que ha cometido su partido a lo largo de casi cien años de saqueo en una rica entidad que, a pesar de ello, está sumida en la pobreza y la desolación, ostentando entre otros muchos ejemplos de deshonra, el campeonato nacional de feminicidios.
Si en más de nueve décadas de control hegemónico, el PRI ha sido incapaz de revertir esa terrible situación en la que han sumido a la inmensa mayoría de los mexiquenses, deberían haber empezado esta precampaña con un arrepentimiento sincero, con promesas de cambio real a partir de deshacerse de los cuadros responsables de la tragedia en nuestra entidad, renovando por completo sus estructuras, dominadas por una burocracia partidista y gubernamental de las más corruptas del país.
Pero si ni siquiera se es capaz de expresar con claridad que la idea de “valiente” se refiere a esa intención de rectificar el rumbo seguido hasta ahora, y que no ha llevado a nada bueno a sus clientelas electorales, difícilmente se evitará que la oposición use ese mismo lema de campaña para dejar en claro que más que “valientes“, los priistas tienen que ser muy desvergonzados para atreverse nuevamente a solicitarle el voto a ciudadanos que se han visto traicionados secularmente por saqueadores de la talla del difunto Carlos Hank González y más recientemente por Enrique Peña Nieto y sus secuaces, que vive como rey en España y viajando por todo el mundo rodeado de lujos insultantes.
Más que valiente se necesita ser muy cínico para hablar de que “el reto de los militantes del tricolor es defender y reconocer las cosas que se han hecho bien y señalar aquellas que deben cambiar”, al mismo tiempo que se tiene bajo el control de la precampaña a personajes como Luis Miranda (a través de Alejandro Osuna) o Erwin Lino, y los testaferros de Eruviel Ávila, por ejemplo, que podrían ser plenamente identificados como los más siniestros representantes actuales de la corrupción del Grupo Atlacomulco. Las cosas, como son.