Los rasgos inequívocos de una tiranía. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Sacan AMLO y Chucho Ramírez la guadaña, tanto en medios privados, como públicos
Como buen aspirante ¿inconsciente? a dictador, López Obrador ha decidido llevarse con él a la chingada (y no precisamente al rancho de Palenque) a todos los periodistas e intelectuales críticos de su gestión, tanto de medios hegemónicos privados, como de los medios públicos.
Hoy, haciéndose el inocente, le pregunta a Chucho Ramírez en la Mañanera ¿cuántos colaboradores “que no nos quieren” trabajan en Canal Once? El próximo inquisidor de los medios oficiales en la administración claudista le da varios nombres, como el de Macario Schettino, Leonardo Curzio y otros, como Sergio Aguayo quien ya hizo sus maletas. López se ríe y exclama: ¡vaya dictador que tiene una plantilla del 80% de críticos en una televisora oficial!
Tanto Raymundo Riva Palacio como Salvador García Soto, plantean hoy en sus columnas de El Financiero y El Universal, que “el tenebroso Jesús Ramírez finalmente sí tendrá un cargo en Palacio Nacional, no porque lo quieran en el equipo de Sheinbaum, donde muchos lo aborrecen, sino porque también fue otra ‘petición-imposición’ de AMLO. Ramírez estará bajo el mando de la Coordinación de Asesores y desde ahí será el encargado de coordinar a los medios públicos del Sistema Público de Radiodifusión. Es decir, que en realidad el favor que pidió su jefe es para protegerlo” dice García Soto, mientras Riva Palacio expresa algo similar, aunque pone al chucho del mandatario como “jefe de asesores”.
A Ciro Gómez ya es del dominio público que el dueño de Telefórmula, Rogerio Azcárraga, lo mandó a que transmita desde España su programa Por la Mañana, el radiofónico matutino de mayor audiencia en el país. Y circula el rumor de que en Imagen TV simplemente lo corrieron, a petición nada discreta de López.
Cuestionado esta mañana por el rastrero Vicente Serrano por qué le sigue pagando fortunas de publicidad a empresas como TV Azteca –que tiene adeudos millonarios con su gobierno en el tema de impuestos– y a Televisa, acusada de corrupción (donde ya echaron a la calle a Denise Dresser, y otros del programa “Es la Hora de Opinar” y recientemente hasta a Paola Rojas, con cajas destempladas, mientras ayer se despedía Rafael Cardona de Foro TV), López respondió que simple y llanamente por sus grandes audiencias y la necesidad del gobierno de dar a conocer su trabajo ante la población.
La realidad de las cosas es que AMLO no tuvo el valor (la tiranía velada se nutre de la cobardía) de quitarle las concesiones a empresas que él mismo definió esta mañana como más poderosas que la Suprema Corte, y ha preferido sacar la guadaña unos días antes de abandonar el poder formal, para que sea Claudia la que pague los platos rotos de sus patadas de ahogado, lo que –junto con las graves consecuencias de sus reformas del Plan C— la lleven inexorablemente a una situación muy comprometida que desate el clamor ciudadano para que regrese, formalmente (luego de la revocación de mandato) a un poder que nunca delegó en realidad.
De ese tamaño son las fantasías megalomaniacas de quien se siente el indispensable, del que se sueña a sí mismo como un líder aclamado y amado por el pueblo (en realidad un puñado de oportunistas y millones de alienados responsables de la creación de ese tipo de monstruos).
Esas son las discretas cavilaciones que habitan en las mentes torcidas de los dictadores, segurísimos de ser “los salvadores de la Patria”.