miércoles, febrero 5

Diez masacrados más en Sinaloa. Ya van más de 500 muertos

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La matanza que AMLO minimizaba, culpando a los medios o a los gringos, o rogando prudencia a los narcos

Por Jesús López Segura

La sangre vuelve a correr en Sinaloa, donde este sábado, 30 de noviembre, se sumaron 10 homicidios más al macabro conteo que supera las 500 ejecuciones desde que estalló la pugna entre los Guzmán (‘Chapitos’) y los Zambada (‘Mayitos’) el pasado 9 de septiembre. No puedo evitar recordar que para el expresidente Andrés Manuel López Obrador, este baño de sangre seguramente sería otro caso de “amarillismo mediático, porque era tiempo de zopilotes”, o de plano responsabilizar al gobierno norteamericano por haber cometido el pecado de apresar al Mayo Zambada o, en el colmo de la fantasía tragicómica, rogar a los narcos pensar en sus familias y en su país para “volver a la normalidad” de la pax narca.

Seis cadáveres aparecieron dentro de una camioneta Nissan Kicks abandonada en la Maxipista Culiacán-Mazatlán, cerca del puente hacia el Campo Agrícola Victoria. Torturados, acribillados y sin identificar, estos cuerpos fueron reportados al 911 como “dos”, pero el Servicio Médico Forense se llevó la sorpresa de encontrar el triple.

Los otros cuatro homicidios completaron el saldo sangriento del día: tres hombres con huellas de tortura y mensajes clavados en el pecho fueron hallados en la carretera La 50, sindicatura de Villa Juárez, mientras que el cuarto se localizó en otro punto de Culiacán. ¿La reacción oficial? Silencio administrativo, que en otras épocas se habría acompañado con un “no exageren”.

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Por si fuera poco, cuatro domicilios fueron incendiados en colonias de Culiacán, aparentemente abandonados horas antes por sus habitantes, quienes, con buen juicio, prefirieron evitar convertirse en estadísticas. La cereza del pastel fue un estéreo abandonado en una clínica, envuelto en plástico, que desató el pánico al confundirse con una bomba. Resultó ser un regalo mal recibido, quizás el único incidente del día que no apuntó a la barbarie generalizada.

Con esta realidad, cuesta no preguntarse si el expresidente López Obrador, tan propenso a señalar conspiraciones mediáticas, o violaciones a nuestra soberanía, habría acusado a la oposición moralmente derrotada, porque, según él, la inseguridad era solo una narrativa distorsionada. Mientras tanto, Sinaloa sigue acumulando cuerpos, y el pueblo sigue esperando abrazos que nunca llegan.

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